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A más del nuevo quinto curso de bachillerato,
estaba ya en marcha otra prueba en el Oratorio;
nos referimos a la doble dirección. Don Bosco, que
había seguido muy de cerca su funcionamiento, dio
al comenzar el curso unas normas prácticas sobre
las relaciones entre los dos directores. Habló, en
estos términos, en la reunión capitular del día
dos de octubre, tenida en San Benigno:
-En cuanto al gobierno del Oratorio, don Juan
Bautista Francesia, director de la sección de
estudiantes, llevará también la alta dirección de
la cocina, cantina e iglesia; en cambio, no tendrá
ninguna injerencia en los talleres de los
aprendices, que dependen completamente de don José
Lazzero. Pero los dos directores serán solidarios.
Si don José Lazzero entra en la cocina y ve un
desorden, ponga remedio en seguida, y, viceversa,
si don Juan Bautista Francesia, entra en un taller
y ve la transgresión de una regla, llame al orden
a los transgresores. Sean los dos una sola cosa.
Don Juan Bautista Francesia, dejará la presidencia
del comedor de los Salesianos a don Antonio
Notario, nuevo consejero escolástico para los
estudiantes, e irá a comer todos los días con los
miembros del Capítulo Superior.
<>.
((**It17.504**)) No hay
que pasar por alto una innovación introducida en
el Oratorio, sin conocimiento de don Bosco. Hasta
1885 no se acostumbraba que los alumnos formaran
filas para ir del patio de recreo al estudio, a la
iglesia, a las clases, al comedor, al dormitorio,
ni de estos lugares al patio. La ordenanza
disciplinar de ir en fila debió su origen en aquel
tiempo a don Esteban Trione, catequista de los
estudiantes. Al enterarse don Bosco de la novedad,
se disgustó muchísimo y se lo reprochó al Director
de los estudiantes, deplorando que desapareciese
poco a poco del Oratorio el sistema de familia;
sin embargo, don Juan Bautista Francesia no volvió
al sistema antiguo e ignoramos la razón.
En cambio, acariciaba don Bosco la esperanza de
poder actuar otra innovación. Habló de ella en la
sesión capitular del día veinte de marzo. Veía él
la conveniencia de que, al correr del tiempo,
estudiantes y aprendices pudiesen tener capilla
distinta y separada para sus funciones, dejando la
iglesia de María Auxiliadora sólo para los fieles;
esperaba de ello dos ventajas, una, para la
instrucción religiosa de los jóvenes y, otra, para
la comodidad de los devotos. Sólo las obras de
ampliación en curso en la basílica harán posible
la actuación de este deseo.
Hacía pocos días que don Bosco había regresado
definitivamente
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