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si mejora un poco mi salud, les haré una visita
durante sus ejercicios, porque les he de comunicar
cosas de alguna importancia.
María nos proteja a todos y créeme en J. C.
Mathi, 9 de agosto de 1885
Afmo. amigo,
JUAN BOSCO, Pbro.
La hábil actuación de don Miguel Rúa ahorró a
don Bosco emociones peligrosas a juicio de los
médicos, en su cumpleaños y en la salida de los
jóvenes para vacaciones; pero, en cuanto a
prorrogar el veraneo, sólo obtuvo la ganancia de
una semana. El veintidós de agosto, como veremos,
fue a Nizza Monferrato y el día veinticinco a San
Benigno, pero sin cansarse con los acostumbrados
trabajos que antes se tomaba.
Entre la fiesta de la Asunción y su salida
llegaron a Mathi doce personas de la familia
Olive, de Marsella. Oyeron la misa de don Bosco,
recibieron la comunión de sus manos y estuvieron
con él durante el desayuno y la comida. En el
intervalo tuvo cada uno de ellos su coloquio
espiritual con él, lo mismo que en Marsella. Otra
visita digna de mención fue la del Delegado
Provincial de Enseñanza de Niza. Quedó admirado de
la fábrica de papel y dijo a Viglietti que
realmente don Bosco era el hombre del siglo
((**It17.497**)) y que
había sabido resolver la cuestión social. Este era
precisamente el aspecto, bajo el cual se
consideraba con preponderancia en Francia la Obra
salesiana. El último en visitarlo fue su antiguo
compañero e íntimo amigo el canónigo Nasi, que
pasó con él una jornada.
Desde el día veintidós de agosto hasta el doce
de octubre, tuviéronle bajo su techo las tres
casas de Nizza Monferrato, san Benigno y
Valsálice; pero hablaremos de estas estancias en
otro lugar. Pasó breves intervalos en el Oratorio,
como el cuatro de septiembre, al ir de San Benigno
a Valsálice. Reclamaba su presencia allí un
apremiante motivo.
Enrique Olive, de nueve años, el más pequeño de
la familia, salió de Marsella algo enfermo,
empeoró en Turín y tuvo que guardar cama en el
hotel. El padre manifestó a don Bosco el temor de
que el hotelero le avisase en cualquier momento
que saliera a fin de que la estancia del enfermo
no alejara a los clientes. Don Bosco, <>, como
escribe don José Lazzero 1, ofreció alojamiento en
el Oratorio para el muchacho y para
1 Carta a monseñor Cagliero, Turín día 1.° de
octubre de 1885.
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