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((**Es17.426**) Con mucha razón consideraba el Cardenal que don Bosco necesitaba todavía aire fresco y descanso; pero él, en cuanto se sentía un poco mejor, se entregaba con su habitual energía a sus ocupaciones, con lo que volvía a recaer. Estaba ya determinado que el día de la Asunción volvería a Turín para asistir a la distribución de premios y, al mismo tiempo, ser felicitado por su cumpleaños. Pero la antevíspera tuvo que someterse a la operación del corte de un divieso que le salió en una axila; operación que, en sus delicadas condiciones de salud, le causó fiebre, de suerte que no se movió. Las invitaciones impresas, que hablaban también de su cumpleaños, ya no se enviaron. Es más, rogaba Viglietti a don Miguel Rúa que tomara las medidas oportunas para que don Bosco renunciase a la idea de ir, el día diecisiete de agosto, a San Benigno Canavese a los ejercicios espirituales de los aspirantes; informábale también de que era su propósito ir a todas las tandas, pero que, no se encontraba con las fuerzas necesarias y los médicos lo calificaban de gran disparate. La recomendación surtió efecto. Don Bosco no se movió, de suerte que, también el año 1885, estuvo fuera de Turín para la fiesta de su cumpleaños y la distribución de premios. Por respeto a don Bosco, que estaba indispuesto, no se quiso armar mucho ruido, y se celebró en familia. Pero la jornada del Oratorio se alegró con la imprevista llegada del Obispo de Novara y el teólogo Margotti 1. Una representación de jóvenes estudiantes y aprendices salió del Oratorio hacia las alturas de Mathi para llevarle las felicitaciones. Ya sabemos cuánto le interesaba no faltar ((**It17.496**)) a los ejercicios espirituales de las señoras en Nizza Monferrato; pero ya había renunciado a ello espontáneamente, haciéndose representar por don Juan Bonetti. Muy querido Bonetti: Me han sobrevenido nuevas molestias que me privan totalmente de la satisfacción de poder ir a los ejercicios espirituales de Nizza. Te encargo que me disculpes y digas a las señoras ejercitantes mi imposibilidad de asistir. Pero he rezado por ellas durante todo el curso de los mismos y, el día de la clausura, celebraré la santa misa según la intención de todas ellas. Que Dios las proteja a todas y sea María su guía en todos los peligros de la vida hasta el cielo y que, algún día, se digne recibirlas a todas a su alrededor en el Paraíso. Tengan a bien rezar por este pobre y cecuciente sacerdote, que se compromete a tener cada día un memento especial por ellas en la santa misa. Saluda, además, particularmente a nuestras muy queridas hermanas, y diles que, 1 Carta de don José Lazzero a monseñor Cagliero. Turín, 13 y 2 i de agosto. (**Es17.426**))
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