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que corre a lo largo del Po? Pues, vaya al número
4. Es una casa donde ahora hay militares. Al
frente de ellos está un tal señor Burlezza,
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está dispuesto a vender dicho local; se lo cederá,
pues, de buena gana.
-Bien, bien, veré de hacer algo; vosotras,
entretanto, rezad.
-Sí, sí, rezaremos, respondieron a coro las
niñas; pero usted acuérdese de nosotras y de
nuestras necesidades.
El Siervo de Dios entonces se alejó, quiso
observar el local, encontró los militares, pero,
al señor Burlezza, no. Después de esto dirigióse
al Oratorio y, al llegar a él, se despertó.
Una vez que hubo contado el sueño, ordenó a
Viglietti que tomara nota y que comprobase si, en
realidad, existía aquel local, pues él no había
visto nunca el número 4 a lo largo del Po, y si
existía el señor Burlezza. Viglietti rogó
inmediatamente al Rev. Bonora que se dirigiese al
sitio indicado e hiciese las consiguientes
averiguaciones. El Rev. Bonora encontró las cosas
como don Bosco las había soñado, pero al parecer,
según hace notar Lemoyne, el local en cuestión no
estaba en venta.
El día veintitrés todos los alumnos del colegio
de Lanzo fueron a ver a don Bosco, al que rodearon
con afecto filial y de cuyos labios oyeron
paternales recomendaciones. Su ingeniosa
jovialidad los entusiasmó. Y, en realidad, el
restablecimiento de la salud le devolvía también
algo del antiguo encanto que ejercía en las masas
juveniles. También podía trabajar. Un día estuvo
hablando cuatro horas seguidas con el doctor
Turina, director del hospital de San Mauricio
Canavese, que había ido a tratar sobre un legado
testamentario de interés común. Otro día escribió
cinco cartas sin la dificultad de antes; después
contó un montón de cosas divertidas y, recordando
sus juegos de prestidigitación de los años
juveniles, dio muestra de ellos con una varita,
que, apoyada simplemente sobre el pulgar de la
derecha, hizo saltar y dar vueltas de todas las
maneras.
Este nuevo vigor lo movió a interrumpir la
tranquila y fresca morada de Mathi para bajar a
Valdocco el día veintiséis de julio y tomar parte
en el banquete fraterno de los exalumnos seglares.
Aquel día el estro poético de don Juan Bautista
Francesia, tomando pie del mencionado discurso del
teólogo Antonio Berrone, estableció en elegantes
versos piamonteses un ingenioso ((**It17.489**))
paralelo entre Napoleón y don Bosco, dando a éste
en más de un punto la palma de la victoria sobre
el otro 1. Don Bosco puso fin al acto con unas
breves palabras.
1 Don B_sch e Napoleon, canson piemontéisa. J.
B. FRANCESIA, Turín, Tip. Sal. 1885. El
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