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((**Es17.418**) manos y le entregó cien liras en oro. El Siervo de Dios, después de recibirlas, le enseñó un montón de cartas y sobres acabados de llegar y le dijo estas textuales palabras: -Ha venido esta mañana a verme don Miguel Rúa y me ha presentado la urgencia que tenía de encontrar una considerable cantidad de dinero, porque vencía hoy una letra de gran valor y no contaba ni con un centavo. Le contesté que también yo estaba sin blanca, pero que confiaba en la divina Providencia, la cual proveería. Salió don Miguel Rúa de mi aposento visiblemente preocupado. Mientras tanto, me llegó el correo con un enorme montón de cartas. Abrí la primera que vino a mi mano y ((**It17.486**)) me encontré una cantidad bastante considerable, que me enviaba un Cooperador y que superaba la pedida por don Miguel Rúa. Tomé otra del montón y era de un anónimo, que me ofrecía otra cantidad considerable. Entonces hice llamar a don Miguel Rúa, quien se maravilló de lo sucedido y hubo de palpar con la mano la intervención de la divina Providencia. El evidente origen providencial de sus medios pecuniarios nos explica el concepto que don Bosco tenía del dinero. Un día preguntóle el arcipreste Della Valle sobre el rápido desarrollo de la Congregación, gracias al continuo auxilio que le suministraba la Providencia, y contestó: -Mientras los Salesianos sepan valorar el dinero, la Congregación florecerá. Estas palabras deben interpretarse en sentido espiritual: apreciar el dinero significa para él tenerlo muy en cuenta, porque es Dios quien lo envía, a fin de emplearlo según el espíritu y el fin de la Congregación. Allí, a la orilla izquierda del río Stura, a una altura intermedia entre Turín y Lanzo y cerca de este ayuntamiento, en una habitación tranquila junto a la fábrica de papel, le volvieron las ganas de comer y recobró las fuerzas. El ruido de las máquinas no le molestaba. Gozaba paseando por el jardín y se recreaba contando bonitos pasajes de su vida. Aliviábale también la compensación del sueño. Este bienestar le permitía ocuparse más intensamente de los asuntos, por lo cual deseaba tener siempre a su lado algún miembro del Capítulo Superior; los Capitulares se turnaban en Mathi, y pasaban con él hasta algunos días. <>. Pero la noche del diecisiete de julio, no pudo descansar; desde que (**Es17.418**))
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