((**Es17.411**)
tendríamos de una palabra de don Bosco en estos
días! íPor favor, ruegue por nosotros!>>.
Hay tres cartas de hermanos sacerdotes que
también proceden de Uruguay. Don Luis Calcagno
había esperado poder celebrar la fiesta onomástica
de don Bosco en el Oratorio de Villa Colón, pero
había hecho las cuentas sin contar con la
huéspeda. Y declaraba:
<>. Volvió a ver a don Bosco en 1887.
Las otras dos cartas procedían de Paysandú. Una
era del Director don Juan Allavena, y comenzaba
con estas palabras:
<>. Y don Juan
Bautista Rossetti recordaba las frecuentes
recomendaciones de don Bosco a sus hijos para que
le ayudasen a salvar sus almas y ponía a los pies
de la Virgen, en la faustísima ocasión, el doble
voto de corresponder siempre a sus santos deseos y
a sus paternos cuidados y de ver conservada por
Dios largo tiempo su preciosa existencia.
Seis clérigos le manifestaban, desde diversas
partes, su tierno afecto con toda el alma.
Cavagliá escribía: <((**It17.478**)) la
mente su recuerdo (...). Su recuerdo me impidió,
más de una vez, caer en pecado. El pensar en usted
en ciertos momentos de tentación, de sufrimiento,
de tristeza, me animaba a luchar, a trabajar; me
devolvía la alegría perdida (... ). Desearía tener
algo escrito por usted, sólo unas palabras, un
pensamiento como recuerdo suyo>>.
Giovannini decía: <>.
Grando se expresaba así: <(**Es17.411**))
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