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En aquel estado, que continuamente le obligaba
a necesitar el valimiento ajeno, actuaba como un
verdadero hijo de obediencia. Si en la mesa se le
preguntaba:
-Don Bosco, >>quiere esto, quiere aquello?
-Dadme lo que queráis, contestaba. Mientras
tenga los dientes bastante fuertes, como de todo.
-Don Bosco, >>vamos a tal sitio o a tal otro?,
preguntábale el que le acompañaba de paseo.
-Yo voy adonde me llevéis, era su invariable
respuesta.
-Pero este sitio no es bonito, se le observaba
a veces; >>no sería mejor ir allí?
-Vamos allí, decía enseguida y volvía sobre sus
pasos.
Sufría al pensar en el gran trabajo que podía
hacer en años anteriores, mientras entonces no le
valían las fuerzas ni la vista para hacer la
vigésima parte.
Había días, recordaba a veces melancólicamente,
que escribía más de cien cartas.
En efecto, su correspondencia epistolar era
algo fenomenal. Un motivo de la misma era que, con
ella, lograba los medios para sostener sus obras;
por eso, no olvidaba el día onomástico u otros
aniversarios de sus bienhechores. Sin embargo,
entonces suplía la Providencia a sus consabidas
industrias; baste decir que sólo en veinte días,
del siete al veintisiete de mayo, le llegaron por
carta ((**It17.460**)) hasta
setenta mil liras de limosna que no estaban
previstas ni eran previsibles 1.
No disminuía, sin embargo, su actividad mental,
aunque también ésta le cansaba bastante por causa
de la edad. <>. Pero su
jovialidad no se parecía completamente a la del
Apóstol de Roma. Un día en una conversación
familiar llegó a decir que él había sido siempre
de índole y carácter muy serio desde niño y que,
incluso en medio de las cosas ridículas que hacía
o decía, nunca se reía a carcajadas 3.
Obligado a estar solo e inactivo, meditaba sus
proyectos. Y no se limitaba a cosas de una próxima
actuación, sino que se adelantaba
1 Diario de C. Viglietti, 27 de mayo de 1885.
2 El Amigo del pueblo, de Prato, 4 de julio de
1885.
3 Diario de C. Viglietti, 25 de junio de 1885.
Impresiona, a los que lo miran, la seriedad de su
rostro en un retrato de cuando era joven
sacerdote, expuesto hoy en sus habitaciones.
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