((**Es17.39**)((**It17.34**)) Aquella
tarde se celebró reunión capitular, y el Santo
abrió la sesión, dando gracias a la divina
Providencia por la bondad y el amor con que el
cardenal Arzobispo trataba a don Bosco y a la
Congregación.
-El Cardenal, dijo, abre para nosotros una
nueva era en esta diócesis.
Se trataron después varios asuntos y, antes de
cerrar la sesión, anunció oficialmente que el día
primero de marzo saldría para Francia.
-Durante mi ausencia, siguió diciendo, reúnase
el Capítulo por lo menos una vez al mes; doy a don
Miguel Rúa plenos poderes para presidiros. Los
miembros sigan queriéndose unos a otros; para
hacer mejor las cosas que han de hacerse, se
necesita caridad. Promuévanse fervorosas oraciones
por mí entre los muchachos, mientras yo esté
ausente y esto por dos motivos: 1.° para que mi
salud pueda aguantar las incomodidades del viaje;
2.° porque necesito mucho dinero. Dígase esto a
los mayores y dígaselo también a los pequeños. El
pobre don Bosco no arrostra semejante viaje por
capricho personal, sino para proveer al Oratorio y
pagar las deudas. Háblese de ello a los Salesianos
en las conferencias, exhortándolos a ahorrar
gastos lo más posible. Y, una vez más, sea bendito
el Señor por la benevolencia que nos dispensa el
Cardenal. Vaya don Miguel Rúa alguna vez a
visitarle.
Todo esto sucedía el día veintiocho de febrero.
El veintinueve por la mañana lo visitó el doctor
Albertotti, que no lo encontró en buenas
condiciones e hizo cuanto pudo para disuadirlo de
la determinación tomada.
-Si llega vivo hasta Niza, le dijo, será un
milagro.
-íSi no vuelvo ya, paciencia!, contestó don
Bosco. Esto quiere decir que antes de marchar
arreglaremos todo; pero es necesario marchar.
-Presten mucha atención, recomendó el médico al
secretario, apenas salió de la habitación. No me
extrañaría que don Bosco dejase de vivir, sin que
ninguno de ustedes se dé cuenta. No se hagan
ilusiones.
((**It17.35**)) El
Santo hizo lo que había dicho al Doctor. Por la
tarde, mandó llamar al notario y a los testigos y
dictó su testamento como si estuviese a punto de
emprender el viaje para la eternidad. Mandó llamar
después a don Miguel Rúa y a don Juan Cagliero y,
señalando la escritura notarial que estaba sobre
la mesa, les dijo:
-Aquí tenéis mi testamento. Os he dejado a los
dos herederos universales. Si no vuelvo, como teme
el médico, ya sabréis vosotros cómo está
todo.(**Es17.39**))
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