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La víspera de la salida cenó el Conde con la
comunidad. Resultó curioso que después de servirle
a la mesa cuatro huevos, sólo el quinto fuera
aceptable. Todos quedaron avergonzadísimos. A la
mañana siguiente, mandó el Conde llamar a don
Pablo Albera, todavía lleno de confusión por su
mala cocina, y le dijo:
-Tenga, estos cien francos son por el primer
huevo, estos otros cien por el segundo...
Y así contó hasta los quinientos.
También don Bosco bromeó un poco aquella
mañana. Una mujer muy apesadumbrada le suplicaba
que la bendijera, porque su marido la apaleaba.
-Pero, si yo la bendigo a usted, le contestó,
bendigo también los garrotazos que pesan sobre sus
espaldas y, por tanto, se multiplicaran.
Riéronse los presentes y el Santo la despidió
animándola a rezar, tener paciencia y a no
contestar cuando su marido se encolerizaba.
El día quince de abril cenó con don Bosco el
óptimo abogado Michel, que regresaba de su tercer
viaje alrededor del mundo 1. La conversación se
desarrolló sobre el naturalismo a lo pagano de
naciones, en otro tiempo, muy cristianas; pero se
habló especialmente de ciertos católicos
intelectuales, que hablaban muy bien de la
religión, ((**It17.442**)) e,
incluso, observaban sus prácticas exteriores, mas
sin cuidarse de practicar lo más esencial;
católicos, como entonces se decía, teóricos y no
practicantes. Don Bosco preguntó al abogado:
->>Cuál cree usted que es la causa de tamaña
aberración? >>Cuál el origen de mal tan grande?
Michel dio explicaciones algo accesorias y el
Santo replicó:
-No, no, mi buen abogado. La causa del mal es
una sola: la educación pagana, que suele darse en
las escuelas. Apoyada toda ella sobre la base de
clásicos paganos, empapada de máximas y sentencias
paganas, impartida con método pagano; hoy, cuando
la escuela lo es todo, esta educación no formará
nunca verdaderos cristianos. He luchado toda mi
vida contra esta perversa educación, que vicia la
mente y el corazón de la juventud; siempre fue mi
ideal reformarla sobre bases netamente cristianas.
Por esto, he emprendido la publicación expurgada
de los clásicos latinos profanos más empleados en
las escuelas; por esto, he comenzado la
publicación de escritores latinos
1 Las Lecturas Católicas de 1877 publicaron la
obra de E. Michel: La vuelta al mundo en
doscientos cuarenta días, en cuatro números dobles
(I. Canadá y Estados Unidos.-II. Japón.-III.
China.-IV. Indostán).
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