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con varias personas deseosas de averiguar la
verdad, pues habían oído por las calles a los
vendedores de periódicos anunciando a grito pelado
la muerte de don Bosco por cinco céntimos. El,
contestando graciosamente a los parabienes, dijo:
-Hace ya unos días me han hecho morir en Buenos
Aires; después en Marsella, ayer en Pavía; y hoy,
o mejor esta mañana, he muerto según ellos en
Turín, y íesta tarde voy de paseo! íEh! Mientras
oigamos con nuestros propios oídos contar nuestra
muerte, no estamos todavía en peligro.
También la gente del pueblo, al verle pasar, se
paraba a mirarlo estupefacta y manifestaba después
su alegría al convencerse de que era
verdaderamente él.
El siguiente párrafo, de una carta del Director
del Patronato de París 1, es un testimonio del
efecto producido por la noticia de su muerte en
los hijos lejanos.
íHace unos días publicaba un diario francés la
muerte de nuestro querido Padre don Bosco! No
podía tener mayor desgracia nuestra querida
Congregación. Juzgue usted nuestro dolor, nuestra
inquietud, esperando respuesta al telegrama, que
en seguida enviamos a Marsella para saber la
verdad.
Pero bendito sea Dios y bendita sea la
Santísima Virgen Auxiliadora; la noticia no tenía
fundamento y esto prueba una vez más la ligereza
de los periodistas que, sólo por el gusto de
anunciar rápidamente noticias sensacionalistas y
sin previos informes seguros, no tienen escrúpulo
para sumir en amargas angustias el corazón de
hijos devotísimos, anunciando falsas noticias de
su padre tan tiernamente amado.
((**It17.419**)) puede
usted imaginar nuestra alegría, al recibir ayer su
carta, por la que hemos sabido que el querido
Padre está algo mejor de salud y se proponía venir
a visitar a sus hijos, a sus casas de Francia y
también a la de Ménilmontant. A la verdad esta
esperanza se nos presenta como una estrella en
medio de la borrasca y la saludamos con el más
vivo regocijo. Puedo decir también que nuestros
muchachos sienten en su corazón una alegría tan
grande como la nuestra, porque empiezan a
reconocer en don Bosco a su afectuoso Padre.
Le rogamos, por tanto, que cuente a don Bosco
esta alegría de sus hijos de París y le diga
también que una visita suya me parece siempre
necesaria para el bien de la nueva casa. Pedimos a
María Auxiliadora que conceda esta bendición, esta
fortuna a la casa de Ménilmontant.
El periódico francés, que había esparcido el
falso rumor de la muerte de don Bosco, confiesa
esta mañana su error; es más, anuncia la venida de
don Bosco mismo a Francia para fines del mes
corriente.
A Francia, sí; pero no a París. Haciendo caso
omiso de las recomendaciones de los médicos y sin
rendirse a las amables protestas de los hijos,
impelido por la necesidad de solicitar la caridad
para sostener
1 Don Carlos Bellamy a don Miguel Rúa, París 10
de marzo de 1885.
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