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confianza en el Cardenal, sin embargo, la buena
Madre experimentaba alguna vacilación; por este
motivo, determinó consultar a don Bosco,
enviándole copia de la carta de Su Eminencia. El
Santo mandó redactar la respuesta, la firmó y
dictó aparte estas palabras: <> 1.
El consejo de don Bosco dado en términos tan
tajantes, animó a la Madre que, a partir de aquel
momento, no tuvo la menor duda. <>. Este año se ha celebrado
el cincuentenario de la fundación efectuada en
1885, y se ha dado gran publicidad a las palabras
dirigidas por nuestro Santo.
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A UN RENEGADO
Un salesiano, natural de Lucca, ya desde que
cursaba el bachillerato en el Oratorio, no se
había distinguido por ser de raza de santos; sin
embargo, los Superiores lo habían ido tolerando
siempre, hasta admitirle a la profesión perpetua y
a las sagradas órdenes, porque su conducta
exterior no tenía nada de escandalosa. Era de
carácter más bien cerrado y evitaba expansiones de
toda clase. Sucedió, pues, que habiendo sido
enviado, ya sacerdote, a la casa de Magliano
Sabino, un buen día desapareció sin dejar rastro.
Después se supo que había ido a Florencia, cuyo
Arzobispo no quería admitirlo en su clero de
ningún modo.
Al encontrarse en mala situación, envió una
carta amenazadora a don Bosco, anunciándole que
escribiría a Roma y revelaría cosas deshonrosas
para la Congregación. Don Bosco le contestó que,
si deseaba unas palabras de respuesta, escribiese
una carta adecuada. El desgraciado, por el
contrario, envió a la Sagrada Congregación de
Obispos y Regulares una serie de acusaciones
deshonrosas contra los Salesianos;
1 Ap. Doc. 61.
2 Carta, 17 de agosto de 1935.
(**Es17.352**))
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