((**Es17.349**)((**It17.403**)) En el
mes de noviembre recibieron el barón Héraud la
Encomienda de San Gregorio Magno y el doctor
D'Espiney el grado de Caballero de la misma Orden.
Para el condado al señor De Montigny se quiso
todavía interpelar al Nuncio de París, después de
lo cual se obtuvo la concesión. La última en
llegar fue la promoción de monseñor Guigou 1.
AL CIRCULO CATOLICO DE PRATO
En una de sus primeras reuniones del mes de
octubre, los socios del Círculo Obrero Católico de
Prato aclamaron entusiasmados el nombre de don
Bosco, en quien reconocían un grande y
providencial bienhechor de los obreros, venerado
por ellos como un padre. Al notificarle el suceso,
rogaban les enviara su bendición. Don Bosco
contestó al presidente, señor César Natali, en
estos términos:
Honorabilísimo señor Presidente:
He recibido la amable carta, que V. S., en
nombre propio y en el del Círculo Católico Obrero
recién constituido en esa ciudad, me envió con
fecha del veintidós de los corrientes:
No puedo exteriorizar de forma incompleta la
satisfacción que experimenté al leer la carta
mencionada, y no por las benévolas expresiones con
que me trata, sino por la noticia que me da sobre
la fundación del Círculo Católico de Obreros, cuyo
bienestar moral y material estuvo siempre en la
cumbre de mis pensamientos y afectos.
Agradezco, por tanto, a V. S. y a todos los
socios del mismo Círculo por haber querido dedicar
uno de sus primeros pensamientos a mi pobre
persona, y les aseguro que pediré de todo corazón
a Dios que los bendiga y ayude. Bajo la protección
del Cielo, a la luz de los consejos de su óptimo
Pastor, con la seguridad de la benevolencia del
Supremo Jerarca de la Iglesia, el sabio León XIII,
espero que este Círculo Católico seguirá
ampliándose cada vez más y recogiendo en su centro
a muchos otros obreros de buena voluntad,
librándolos así de las insidias de los enemigos de
la religión y de la sociedad civil que, so
pretexto de mejorar su suerte, la empeoran por el
contrario mucho más, quitándoles la paz de la
conciencia y la esperanza de los bienes
imperecederos de más allá de la tumba.
la abundancia cada vez mayor de selectísimas
gracias en el desempeño del gran oficio del
ministerio sacerdotal.
Aprovecho con gusto también esta ocasión para
declararme, una vez más, con los sentimientos de
mi distinguido saludo,
Vaticano, 14 de julio de 1884
Su
atento y seguro servidor,
G. BOCCALI
1 Ap. Doc. núm. 60.
(**Es17.349**))
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