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mucha oportunidad para hablar. Obsérvese si hay
aprendices, que van a confesarse rarísimas veces.
De la misma fuente, de la que hemos sacado
hasta ahora abundantes noticias, tomaremos también
esta última. El día dos de octubre, estando
reunido el Capítulo en San Benigno bajo la
presidencia de don Miguel Rúa, se discutió sobre
la eventualidad de preparar en el Oratorio un
refectorio para don Bosco y los Capitulares. La
discusión tendría escasa importancia para
nosotros, si no fuera por algunos detalles que
salieron en el curso de la misma. Copiamos
textualmente de las actas.
DON JUAN BONETTI propone que se destine una
sala aparte para comedor de don Bosco y del
Capítulo, separándolo así del de la comunidad. De
este modo, el Capítulo podría tener libertad para
hablar con don Bosco sobre los asuntos de la
Congregación.
DON MIGUEL RUA advierte que, para tener esta
utilidad del refectorio proyectado, haría falta
que don Bosco siguiese el horario de la comida,
pues los asuntos le obligan a retrasar siempre su
llegada diez o veinte minutos. Este retraso
comportaría: 1.° Mucha molestia ((**It17.381**)) a
quien siempre tiene cosas urgentes que despachar,
porque se perdería mucho tiempo. 2.° No se podría
hacer recreo con perjuicio para la digestión. 3.°
Quedarían pocos para entretener a don Bosco
después de la comida, ya que frecuentemente
algunos miembros del Capítulo han de acudir a otra
parte inmediatamente después de comer. 4.° A
veces, podría ocurrir que don Bosco se quedase
solo para comer, dado que los miembros del
Capítulo se ven obligados, a menudo, a ausentarse
de casa. 5.° No se lograría la finalidad, pues
habrá a menudo sacerdotes, párrocos o amigos
seglares, que será conveniente invitarlos a comer
y no podremos librarnos de llevarlos a la mesa con
don Bosco y, por consiguiente, no se podrá en
estos muy frecuentes casos hablar de nuestras
cosas. 6.° Podría suceder, como es muy natural y
hasta inevitable, que el menú del Capítulo fuese
más delicado, y esto influiría en los otros
comedores, en los que, a imitación del Capítulo,
llegaría a ser más espléndido o daría ocasión a
murmuraciones. 7.° Don Bosco acabaría por estar
como secuestrado para sus hijos, los cuales, en
fin de cuentas, lo ven pocas veces al año, con sus
viajes a Roma, a Francia, a las casas, a los
ejercicios; y sólo lo ven en el refectorio y, por
añadidura, sin poderle hablar. Sin embargo, dada
la maltrecha salud de don Bosco, parece que nos
veremos obligados a llegar a la necesaria, aunque
dolorosa, propuesta de don Juan Bonetti.
DON CELESTINO DURANDO, propone que, si se
divide el actual refectorio, se haga con un
tabique de madera movible, que podría quitarse en
los días de gran solemnidad y, así, se destinaría
una parte del mismo sólo para el Capítulo.
Establézcase empero el principio de que al
mediodía en punto, esté o no esté don Bosco, el
Capítulo se siente a la mesa. El tiempo es
precioso para quien está agobiado por el mucho
trabajo.
DON MIGUEL RUA advierte que hace veinticinco
años, un día se disgustó don Bosco porque,
habiendo tardado, como de costumbre, en bajar a
comer, se rezaron las oraciones y se empezó a
comer sin él. Y, sin embargo, lo estaba aguardando
toda la comunidad.
DON JUAN BAUTISTA LEMOYNE propone y don Miguel
Rúa presenta el
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