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-Promuévase la asociación y difusión de las
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Lecturas Católicas, de la Biblioteca de la
Juventud, del Boletín, y en general, de todos
nuestros libros o de los publicados por nuestras
tipografías. En muchos colegios se descuida
recomendarlos a nuestros jóvenes. No hay que
obligarles, pero sí exhortarles a adquirirlos.
Ofrecer a su consideración el bien que harían
enviándolos a casa, prestándolos o regalándolos a
los amigos, o recompensar el servicio prestado por
alguna persona con ciertos libritos de las
Lecturas Católicas, en vez de dar una propinita.
La suscripción a las Lecturas Católicas,
recomiéndese al principio del curso; los alumnos
nuevos se entusiasman al saber que sólo cuesta la
módica cantidad de una lira y media. Y todos los
jóvenes traen sus ahorros, cuando vienen al
Oratorio. Cuando ellos envían a casa estos
libritos, este envío no tiene el aire de una
lección a los padres y a los amigos, sino que se
presenta como un regalo. Podrían también escribir
a los padres que, después de leerlos, los lleven
al párroco, para que los regale a los muchachos de
la catequesis o a alguna familia pobre y otras
industrias por el estilo.
La recomendación de liberar las casas de las
personas de otro sexo seguía también a otras
semejantes. La última fue el día once de
septiembre, cuando dijo tajantemente en Capítulo:
-Deseo que, cueste lo que cueste, se dispongan
las cosas de modo que ninguna persona de otro
sexo, por ningún motivo, tenga ocupaciones o
habitación dentro de nuestras casas. Vigílese
severamente en este punto. Una mujer, aunque sea
madre, o hermana de un Salesiano, siempre es una
mujer. No habrá inconvenientes por las que ahora
están, todas ellas personas dignas de aprecio,
pero sí los habrá, si se sienta como principio que
pueden tenerse en casa, como llegará poco a poco a
sentarse, si ahora no se establece una regla fija
de exclusión. Hay que pensar en la posteridad,
para que haya una norma absoluta a que atenerse.
Obsérvese también con cuidado lo que está escrito
en las deliberaciones con relación a nuestras
Hermanas y obedézcase estrictamente lo
establecido.
De acuerdo con la voluntad de don Bosco el
Capítulo Superior, en la sesión del día treinta de
septiembre, determinó no permitir ya, ((**It17.378**)) como
en tiempos anteriores, a los Directores llevar a
residir a sus madres en los respectivos colegios.
Era sistema de don Bosco proceder de manera que
nadie tuviera que quejarse por no haber sido oído,
cuando creyese oportuno hacer una observación. De
dos hechos notables en torno a esto se hace
mención en las actas del Capítulo Superior. El
coadjutor Graziano, vuelto recientemente de
América, había dicho a don Bosco que en las
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