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que tendrían que ir a coloquiar con él, y no sabía
cómo podría escuchar a todos en el espacio de un
mes. Don Bosco le respondió:
-No hay que tomar literalmente la palabra
mensual; procede con la libertad de quien busca el
bien y procura obtenerlo. Al principio, los
coloquios podrán ser largos; pero muchos acaban
por ser brevísimos. Para bastantes hermanos hará
falta ser exactos, una vez al mes; para otros
bastará hacerlo cada dos meses, pero no se deje
pasar más tiempo; a unos pocos convendrá llamarlos
aun antes de que ((**It17.376**)) acabe
el mes. Aconsejo que no se tenga este coloquio,
paseando por el patio; sino que el encargado llame
a su despacho al hermano, para que pueda hablar
con toda libertad y sin molestias. El coloquio
tiene tanta importancia que puede calificarse de
llave maestra del edificio de la Congregación. El
encargado de recibirlo cumpla este cometido con la
mayor caridad posible, con diligencia y
puntualidad. íCuántos contestan a mis preguntas:
hace seis meses, un año, dos años (que no tengo el
coloquio) que no doy la cuenta! Esta negligencia
hace que decaiga el espíritu de la Congregación.
El Superior no dé señal de impaciencia, cuando se
trata de hermanos pesados. No se diga de algunos:
íes inútil que les hable! Hay que llamarlos sin
cansarse y repetir los avisos. Procédase con
paciencia, con un corazón guiado por la piedad.
Tienen una importancia singular siete avisos,
que escribió de su puño y letra y repartió a los
Directores, al terminar las tandas de los
ejercicios espirituales. <>.
íCon qué insistencia recomendaba don Bosco las
lecturas salesianas en los colegios! El día once
de septiembre dijo también en el Capítulo:
(**Es17.325**))
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