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el abate Hugot y siguió viviendo y trabajando en
la casa durante unos meses, hasta que fue
encargado de una parroquia y la dejó. El señor de
Franqueville se ocupaba de recaudar los medios de
subsistencia y los obtenía en medida suficiente.
Don Bosco había dicho:
-En París no faltará la caridad. Diez personas
solas darán en un mes muchísimo. Fueron muchos los
señores que prometieron enviar ayuda cuando se
abra la casa y darán ciertamente con generosidad.
((**It17.362**)) Su
previsión no quedó completamente fallida, por lo
menos en los comienzos; a ello contribuyó la
siguiente circular que él envió a los cooperadores
más destacados.
Beneméritos señores Cooperadores
y señoras Cooperadoras de París:
Corre el segundo año desde que tuve la gran
satisfacción de encontrarme entre vosotros,
caritativos Cooperadores y Cooperadoras. En
aquella memorable ocasión, me convencí
profundamente de que florece entre vosotros el
espíritu de religiosidad, de caridad y de
generosidad, y di gracias a Dios por ello. Cada
uno de vosotros manifestaba aquellos días el vivo
deseo de que don Bosco fundase una casa en París,
para recoger a los niños de calles y plazas, e
instruirlos, educarlos y hacer de ellos buenos
cristianos y honrados ciudadanos.
Vuestro deseo fue escuchado y hoy es una
realidad. Se acaba de abrir la casa, con el nombre
de Patronato de San Pedro, en Ménilmontant, calle
Boyer, número 28.
Por ahora nos hemos limitado a un Patronato
dominical y a albergar algunos jovencitos de los
más pobres y abandonados. Pero, con la ayuda del
buen Dios y con el apoyo de vuestra caridad,
espero que podremos aumentar su número y favorecer
en más amplia proporción a la querida juventud de
esa grandiosa capital.
Se ha comprado una vivienda bastante capaz, con
una devota capilla, un local para escuelas y un
patio para recreo; pero todavía está por pagar en
gran parte. Además de esto, hay que sostener y
consolidar la obra. He ahí un campo abierto para
vuestra caridad. Vosotros lo sabéis; mis riquezas
y mi fortuna, o mejor, el principio y la
continuación de mis obras en beneficio de la
juventud pobre se apoyan en vuestra bondad, en la
ayuda que me prestáis. No tengo más que la buena
voluntad de hacer el bien a los jovencitos pobres,
que fueron y serán siempre la delicia de mi
corazón, y la labor de los sacerdotes, que
consagraron su vida al mismo fin. El resto está en
vuestras manos.
No os propongo cuotas anuales; cada uno de
vosotros tiene plena libertad para dar lo que la
bondad del corazón le inspire cuando pueda y como
pueda.
El sacerdote Carlos Bellamy, director del
Patronato, está encargado de recibir los donativos
que vosotros tendréis la bondad de hacer en favor
de la obra mencionada.
Conociendo por experiencia el ardor con que los
hijos de Francia acuden en auxilio de las obras
buenas, no añado más para animar vuestro celo.
Digo solamente que, después de Dios, confío a
vosotros mi primera casa de París y vivo tranquilo
con la seguridad de que mi esperanza no quedará
frustrada.
Por mi parte, os aseguro que cada día rezaré y
haré rezar ((**It17.363**)) a mis
muchachos ante el altar de María Auxiliadora, para
que cubra con su manto a todos vosotros y a
(**Es17.313**))
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