((**Es17.311**)
si los alrededores son sanos, si se habla de
alguna quiebra, qué fama tiene la institución y
otras cosas por el estilo. Para estos informes,
diríjase también al vicario d'Hulst, que tiene
muchísimas relaciones y medios. Cuando yo estuve
en París, me ofreció quinientos mil francos para
fundar un colegio de niñas; pero no creí oportuno
aceptarlos. Visite don Pablo Albera al Arzobispo y
a su coadjutor Richard, que nos es muy adicto y
desea que vayamos. El Vicario General es
entusiasta de don Bosco. Pero el cardenal Guibert
vacila en llamarnos a París, porque teme que
tengamos que sufrir en el trato con la gente; por
eso don Pablo Albera háblele sólo después de que
la cosa esté hecha. Hay que comprar esta casa en
consideración de la benevolencia que la ciudad de
París demostró a don Bosco.
Don Pablo Albera estaba comprometido con los
ejercicios espirituales de los hermanos y no pudo
ir a París; fueron en su lugar don Celestino
Durando y don Camilo de Barruel, que cumplieron
bien su misión. Encontraron, entre otras cosas,
que el párroco del lugar se oponía a ello. El
Cardenal les recomendó, en la visita que le
hicieron, mucha prudencia, les aconsejó que fueran
despacio en hacer gastos e insistió ((**It17.360**)) en la
necesidad de abrir bien los ojos para aceptar
franceses en la Pía Sociedad, porque se corría
peligro de encontrar estafadores, gente sin buen
nombre, fácilmente hipócritas, que se darían a
conocer demasiado tarde, cuando sería imposible
remediar el mal causado por ellos. Algunos buenos
seglares, que ya acudían antes para asistir a los
muchachos y enseñarles el catecismo, se ofrecían
entonces para seguir prestándose. La casa no
estaba sujeta a la indiscreción de miradas
extrañas, pero sí el jardín desde ciertas casitas,
que se podrían comprar fácilmente. La finca se
encontraba en una colina y era un lugar sanísimo.
No tenía cargas de ningún género. Todos los amigos
animaban a la compra y decían que era un contrato
bonísimo, pero que había que darse prisa, para que
no se presentaran concurrentes al divulgarse la
noticia. El Capítulo oyó el informe 1, y determinó
que se hiciera en seguida la escritura con las
modalidades, arriba mencionadas.
El abate Pisani presionaba para que se enviara
el personal antes de la Inmaculada. Don Bosco dijo
en la sesión capitular del día cinco de diciembre,
por la tarde:
-Me encuentro entre los brazos de una tenaza,
que me sujetan con fuerza. Por un lado, la escasez
de personal y, por otro, la opción favorable que
no se debe dejar escapar. Preciso es también tener
en
1 Actas del Cap. Sup. 28 de septiembre de 1884.
(**Es17.311**))
<Anterior: 17. 310><Siguiente: 17. 312>