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año un noble discurso ante un público muy
distinguido. En noviembre de 1884, se celebraba en
Lille un ((**It17.357**))
Congreso de los Católicos franceses del Norte y
del Pas-de-Calais bajo la presidencia de monseñor
Langénieux, arzobispo de Reims, ayudado por los
Obispos de la provincia eclesiástica de Cambrai.
En él propuso el señor Houzé de Aulnoit que se
diese a conocer ampliamente la superioridad del
método empleado por don Bosco en sus centros
educativos. Narró la historia de la obra salesiana
de Lille, expuso el desarrollo de la institución
de nuestro Santo y destacó su peculiar carácter,
invitando por último a los Congresistas a dar
nueva vida con su aliento al renovado orfanato de
San Gabriel. <>.
El voto fue aprobado por unanimidad.
Acerquémonos ahora a París. El viaje triunfal
de 1883 había despertado esperanzas seguras de una
próxima llegada de los Salesianos a la capital
francesa. Había dicho don Bosco desde el púlpito
de San Agustín:
->>No habrá modo de fundar en París un centro
como los de Marsella, Niza y Turín? Yo creo que
aquí se necesita una casa de este género y que es
preciso abrirla.
Sus palabras no cayeron en el vacío. El señor
de Franqueville se encargó espontáneamente de
buscar un local para un hospicio salesiano. Y,
mientras el cooperador parisiense buscaba por su
ciudad, llegaron a Turín ((**It17.358**)) dos
propuestas para los alrededores. Se referían a la
fundación de una casa entre Saint-Ouen y
Saint-Denis, y de otra en Châtillon; el
ofrecimiento para esta última procedía de la
piadosa condesa Stacpoole, domiciliada en Roma en
la quinta Lante. Como se trataba de donativos, don
Bosco declaró que aceptaba las dos. En la primera
creía que podría colocar a los Hijos de María;
pero después se
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