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oficio, pues no había talleres en casa; se propuso
entonces no ahorrar sacrificios hasta que la casa
de Lille pudiera estar a la par en todo con las de
Niza y Marsella.
No se crea que resultara fácil imponer a
aquellos muchachos el nuevo orden de cosas. Se
requirieron seis meses de paciencia para empezar a
ganárselos y acostumbrarlos poco a poco a nuestro
reglamento; y no porque se tratase de muchachos
traviesos y alocados, sino porque daban muestras
de desconfianza y frialdad. Algo se amansaron,
recordándoles a don Bosco, cuya presencia los
había impresionado mucho y deseaban volver a
verlo. También ayudó a ello ((**It17.356**)) la
música instrumental a la que se dedicaron con
gusto y aprovechamiento. Ayudaron finalmente las
fiestecitas de casa. Había ocho niños que debían
hacer la primera comunión para la solemnidad de la
Asunción: el Director aprovechó la ocasión para
que todos hicieran tres días de ejercicios
espirituales. A falta de predicadores salesianos,
se invitó a dos jesuitas. Era una novedad, que dio
buenos frutos. Estas y otras industrias sirvieron
para afianzar firmemente la casa, que no iba en
zaga a la de Marsella por la multiplicidad de
quehaceres y de estructura; no había más que un
sacerdote, tres clérigos y un coadjutor y, además,
no se gozaba en ella de libertad alguna de
movimiento, pues vivían apretados como sardinas en
banasta. A pesar de todo, en agosto ya no iba
ninguno a trabajar fuera de casa. Don José Bologna
había montado, lo mejor que pudo, talleres para
sastres, zapateros, carpinteros, encuadernadores,
impresores, litógrafos y cerrajeros. Fue un
verdadero esfuerzo salesiano el que hizo en tan
estrechos límites de espacio y de tiempo 1.
Se imponía la necesidad de ampliación; no
faltaba terreno, pero faltaban los medios. <>. Y así,
cuando vieron que se hacía, ayudaron. Para más
estimular todavía la beneficencia pública,
organizó en Lille una comisión de señoras, como la
que había admirado en Marsella, con un reglamento
muy sencillo y práctico, que revisó y aprobó don
Bosco 2, el cual envió a cada una el diploma de
cooperadora y el Boletín. La casa creció, ensanchó
su esfera de influencia y llegó a ser una de las
mejores instituciones de la ciudad.
La buena marcha de la casa de San Gabriel
inspiró en el primer
1 Carta de don José Bologna a don Bosco, Lille,
6 de agosto de 1884.
2 Ap. Doc. núm. 52.
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