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pariente que le buscara en seguida aquel
periódico. Así supo quién era don Bosco y qué
pretendía con su Obra; y se enteró de que uno de
sus hijos, don Juan Branda, se encontraba hacía
dos años en España, en Utrera, llamado allí por el
marqués de Ulloa. Escribió inmediatamente a
Sevilla para informarse. Enterada después de que,
en Marsella, había unos talleres salesianos, sin
aguardar la respuesta, escribió también a esta
ciudad, pidiendo noticias sobre la institución de
don Bosco. Una vez sabido cuanto deseaba, escribió
a don Juan Branda, rogándole tuviese a bien
indicarle qué condiciones se requerían para fundar
una casa salesiana en Barcelona. Parecíale que una
fuerza misteriosa la apremiaba a darse prisa.
Don Juan Branda recordó entonces la predicción
que le había hecho don Bosco y se la contó, al
responder a la señora; pero, en cuanto a la
fundación, le sugirió que tratara directamente con
don Bosco. Fuera de sí por la alegría, al
comprender que sus planes coincidían de este modo
con los designios de la Providencia, doña Dorotea
escribió el día 20 de septiembre de 1882 a nuestro
Santo, manifestándole su intención de contribuir a
fundar en los aledaños de Barcelona una escuela
profesional y confiársela a los Salesianos. Don
Bosco no pudo responderle en seguida; por lo que
ella, casi impaciente por toda demora, volvió a
escribirle el día doce de octubre proponiéndole
que enviara rápidamente a Barcelona un
representante suyo, para tratar la cuestión con
ella y con otras personas y particularmente con el
Obispo; que ella hospedaría al enviado y le
reembolsaría los gastos del viaje 1. Don Bosco le
hizo contestar que no podía atender en seguida la
petición por la escasez de personal y el gran
número de nuevas fundaciones, pero que esperaba
hacerlo en un porvenir no lejano.
Ante aquella respuesta, la alegría de doña
Dorotea se convirtió en ((**It17.353**))
profunda tristeza; mas no se dio por vencida y
recurrió hasta el Padre Santo. Don Bosco,
rindiéndose a sus deseos, envió a la capital de
Cataluña a don Juan Cagliero y a don Pablo Albera
con la misión de tratar y llegar a una conclusión,
a la que se llegó en pocas horas. La espléndida
dama compró inmediatamente por veinte mil duros
(cien mil pesetas) una finca en Sarriá, junto a
Barcelona; después mandó realizar en la quinta de
los propietarios las obras más indispensables para
transformar el edificio en colegio. Acudió don
Juan Branda desde Utrera para dirigir las obras y
se hospedó durante un mes en casa de la
bienhechora. Todo procedió a la perfección, de
modo que el día 15 de febrero de 1884 se abría la
casa, con el mismo don Juan Branda
1 Ap. Doc. núm. 48.
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