((**Es17.302**)
parecieron otras dos cartas, una de las cuales
pedía para San Petersburgo, hoy Leningrado, un
sacerdote salesiano y Hermanas de María
Auxiliadora, y la segunda proponía la fundación de
un hospicio salesiano en Odessa 1. Rusia no vería
a los primeros salesianos hasta después de la
primera gran guerra europea 2, cuando tres de
ellos formaron parte de la misión pontificia,
encargada de dar de comer en aquel país a los
hambrientos con los medios que proporcionaba la
caridad del Papa.
El primer centro salesiano en Bélgica, dedicado
a San Juan Berkmans, se abrió en Lieja en 1891 por
don Miguel Rúa; pero su promotor hasta alcanzar la
meta, desarrolló una acción que no interrumpió
durante ocho años. El Obispo de aquella ciudad
eminentemente industrial, monseñor Víctor José
Doutreloux, nombre ilustre en la historia de la
Iglesia belga, anhelaba dar vida a una obra
semejante al Oratorio de Turín con su doble
objetivo de asegurar educación cristiana a la
juventud menesterosa, mediante unas escuelas
profesionales, y atender las vocaciones
eclesiásticas, con unas escuelas secundarias. A su
primera instancia de 1883, se contestó con buenas
intenciones y para tiempo indefinido; sin embargo,
don Bosco, consciente del bien que su obra podría
hacer en un ambiente como aquél, quiso alimentar
las esperanzas del Obispo y le propuso un
encuentro en Niza, adonde él pensaba ir a fines de
septiembre. Pero Monseñor, ((**It17.349**)) a
pesar de sus grandes deseos, no prometió acudir a
la cita; se entrevistaron, en cambio, al año
siguiente en el Oratorio, durante la novena de
María Auxiliadora. Monseñor, en viaje a Roma, se
detuvo en Turín expresamente para conferenciar con
nuestro Santo.
Recibióle don Bosco con la respetuosa y
fascinadora cordialidad que le caracterizaba; y
salió Monseñor de su habitación con el corazón
henchido de consuelo y enardecido de afecto hacia
su persona, como se echa de ver por la
correspondencia epistolar que mantuvo con él.
Antes de salir del Oratorio, fue una vez más a
rogar fervorosamente a María Auxiliadora que
tomara en sus manos el asunto. Después, en Roma,
habló de don Bosco a León XIII, el cual se alegró
recordando que le había visto pocos días antes y
dijo al Obispo que le escribiese, diciéndole que
el Padre Santo, gran conocedor de la ciudad de
Lieja, la quería mucho y deseaba vivamente que
hubiera en ella un orfanato dirigido por los
Salesianos. Estas palabras, pronunciadas con
energía, impresionaron a monseñor Doutreloux y le
convencieron de
1 Actas del Cap. Sup., 28 de febrero de 1884.
2 La de 1914 a 1919.
(**Es17.302**))
<Anterior: 17. 301><Siguiente: 17. 303>