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tengo diócesis ni jurisdicción. Estuve algunos
años aquí en esta República como Misionero
Salesiano de don Bosco y ahora regreso para
dedicarme a la misión de Patagonia.
Don Santiago Costamagna terció para recordar al
Presidente la expedición al desierto en 1879,
cuando él se había encontrado tantas veces al lado
del General. Este no pudo ocultar cierta
complacencia ante aquellos recuerdos. Entonces
Monseñor recobró ánimos y siguió:
-La república Argentina está abierta a todos
los que desean trabajar; por eso nosotros venimos
junto con muchos otros inmigrantes, no sólo para
trabajar, sino también para enseñar a trabajar. He
traído conmigo treinta misioneros, entre los
cuales hay algunos salesianos seglares que ejercen
toda clase de artes y oficios; iremos así a
enseñar, unos agricultura y la cría del ganado y
otros a cuidar de las almas en aquellas tierras
conquistadas a la civilización por Vuestra
Excelencia.
-Pero vosotros formáis una Congregación
religiosa.
-Sí, pero a manera de Sociedad o Asociación
privada, cuyos ((**It17.317**))
miembros conservan todos sus derechos civiles, sin
pretender ningún privilegio o reconocimiento del
Estado. Somos ciudadanos como los demás, unidos en
Sociedad para educar a la juventud pobre en
asilos, hospitales y escuelas profesionales. Don
Bosco, nuestro fundador, ha sido aconsejado por
los ministros Rattazzi y Cavour para instituir su
Sociedad de forma que se adaptara a los tiempos
modernos.
El Presidente observó riendo:
-íDon Bosco ha sido verdaderamente muy listo!
Se levantó del sillón, estrechó la mano a
monseñor Cagliero y le dijo:
-Seremos amigos.
Monseñor, cobrando ánimo, le pidió una tarjeta
de presentación o de recomendación para el general
Winter. El Presidente se la entregó con términos
de alabanza y benevolencia.
Don José Vespignani, que sabía perfectamente
cómo habían ido las cosas, cuando contaba el
hecho, solía concluir:
-Fue ésta una feliz campaña ganada con el
método de don Bosco; con prudencia, sencillez y
lealtad.
La amistad entre los dos personajes se mantuvo
sincera hasta el fin. El gran crédito del general
Roca ayudó mucho a monseñor Cagliero, durante los
años de su apostolado en Patagonia, y le
proporcionó en seguida dos grandes ventajas.
Entre las dificultades para el viaje de
Monseñor a Patagonia, estaba la no pequeña de los
pasajes. Las casas salesianas estaban cargadas de
deudas y no podían proporcionarle el dinero
suficiente; don José
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