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Decía que pertenecían a una raza de vagabundos,
que eran gente reclutada a la ventura, hombres
ineptos para el progreso de la civilización,
estafadores, turbulentos, codiciosos, fanáticos,
individuos sin vínculos de familia o de
nacionalidad, capaces solamente para timar dinero
y denigrar a Argentina en el extranjero; que su
Boletín era un medio para fomentar el espíritu de
secta entre los lectores y propalar noticias
estrafalarias sobre la República; que se debía
expulsar a los Salesianos que ya se encontraban en
ella y cerrar las puertas a los que iban a llegar.
Preocupado por el sesgo que iban tomando las
cosas, el Arzobispo, cuando monseñor Cagliero ya
había puesto pie en tierras de Montevideo, reclamó
la atención del Cardenal Prefecto de Propaganda
sobre el peligro, a cuyo encuentro se iba, de
peores represalias del Gobierno. Por lo cual, Su
Eminencia escribió a don Bosco el día 6 de mayo de
1885: <>.
Cuando don Bosco recibió esta carta, monseñor
Cagliero ya se encontraba en Buenos Aires. Había
llegado a Montevideo el día doce de marzo y,
después de visitar las casas de Uruguay, siguió
adelante in nomine Domini. Don Santiago Costamagna
comunicaba a don Bosco el día treinta y uno:
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preciosos regalos contra lo que se esperaba 1.
Monseñor Aneyros
1 Monseñor Matera, con quien se encontró en
Montevideo. Para los antecedentes, a que aquí se
hace alusión, véase Vol. XVI, pág. 317. sobre el
encuentro escribía Monseñor a don Bosco el día
veintitrés de marzo: <>.
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