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((**Es17.255**) Benemérito Señor: Conozco la benevolencia que V. S. mostró siempre al Oratorio de San Francisco de Sales y el vivo interés que tuvo, en toda ocasión, por cuanto le concierne. Por ello, tengo la gran satisfacción de comunicarle que el día siete de los corrientes, domingo, a las siete y media de la mañana se celebrará en la iglesia de María Santísima Auxiliadora la Consagración Episcopal de Monseñor Juan Cagliero, alumno del mismo Oratorio, preconizado por Su Santidad León XIII, en el consistorio del trece de noviembre pasado, Obispo titular de Mágida, en Panfilia y Provicario Apostólico de Patagonia Septentrional. Será consagrado por Su Eminencia Reverendísima el señor Cardenal Cayetano Alimonda, nuestro veneradísimo Arzobispo, con asistencia de sus excelencias Reverendísimas monseñor Juan Bautista Bertagna, Obispo titular de Cafarnaún, y monseñor Emiliano Manacorda, Obispo de Fossano. Sería algo muy grato para mí que V. S. pudiera asistir a dicha función; mas si no se lo permitiesen sus ocupaciones, ruégole tenga a bien aceptar la cordial invitación que le hago de venir a honrar nuestra comida a las doce y media. Por la tarde, a eso de las seis, habrá un breve acto académico en honor del nuevo Obispo. Con la esperanza que V. S. tendrá a bien acceder al vivo deseo ((**It17.293**)) de tenerle con nosotros aquel día memorable, le doy las gracias anticipadas, y deseándole de Dios y de la Virgen Inmaculada toda suerte de bienes, me profeso con mucho agradecimiento y aprecio, De V. S. B. Turín, 3 de diciembre de 1884 Su seguro servidor, JUAN BOSCO, Pbro. P.D. Si V. S. pudiese venir a nuestra casa para la hora de la comida, ruégole tenga la bondad de advertírmelo. Un cuarto Obispo asistió a la ceremonia: fue monseñor De Macedo Costa, de Belem del Pará, en Brasil, el cual iba de viaje desde París a Roma y se detuvo en Turín para visitar a don Bosco y pedirle la ayuda de los Salesianos. Encorvada por el peso de sus ochenta y ocho años asistía anegada en lágrimas al sagrado rito la madre del elegido y, en la penumbra del presbiterio, su gran padre espiritual atraía hacia sí las miradas conmovidas de los numerosos amigos y admiradores. Hubiera deseado también la asistencia de un padrino y una madrina, cuyo honor había ofrecido a los condes Colle 1; pero el estado de su salud no les permitió emprender el largo viaje. Al término de la solemne función, mientras el Cardenal y los cuatro Obispos, precedidos por el clero, entre dos apiñadas hileras de pueblo, se encaminaban a través de la iglesia a la primera sacristía, el 1 Carta, 7 de noviembre de 1884. (**Es17.255**))
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