Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es17.252**) primer momento, llamar a don Juan Bautista Francesia, pero después prefirió que lo supliera don Julio Barberis, maestro de novicios. Había motivos para temer, como diremos, que Monseñor tuviese que. volver a Italia por causas políticas, después de una corta residencia en Argentina. La sede episcopal de Mágida, como comúnmente se dijo y escribió, o de Mágido, como consta en los documentos oficiales, fue antiguamente sufragánea de Perge en Panfilia, provincia del Asia Menor. Se erigió en el siglo quinto, tuvo insignes Obispos ((**It17.289**)) hasta el siglo noveno; después, arrastrada por el cisma de Oriente, quedó reducida a un mero título episcopal como muchas otras. El último titular había sido monseñor Bernardino Caldaioli, que había renunciado a ella en 1883 al asumir el gobierno de la iglesia de Grosseto. Un primer Obispo Salesiano, hijo del Oratorio en toda la extensión de la palabra, casi constituía la solemne consagración de la eficacia educativa de don Bosco. Sólo un educador como don Bosco podía sacar de un natural tan exuberante y rebelde a toda sujeción y en un ambiente tan falto de comodidades materiales un pastor de la Iglesia tan celoso. Había nacido en Castelnuovo de Asti en enero de 1838, quedó huérfano de padre en la infancia y su madre lo puso en manos de don Bosco el año 1851. Aquel año fue nuestro Santo a Castelnuovo a predicar el día de Difuntos y se encontró por vez primera con el jovencito revestido de monaguillo, que le acompañó hasta el púlpito. Después del sermón, su ojo sagaz advirtió en la sacristía que el muchacho lo miraba silencioso, como si tuviese ganas de hablarle y no se atreviese. El mismo le dirigió la palabra y le dijo: -Parece que tienes algo que decirme, >>verdad? -Sí, señor, respondió rápidamente el muchacho. Quiero decirle que deseo ir con usted a Turín para seguir los estudios y hacerme cura. -Bueno, vendrás conmigo. El señor Párroco ya me ha hablado de ti. Di a tu madre que te acompañe esta tarde a la casa rectoral y allí nos entenderemos. La madre lo llevó. Don Bosco, que la conocía, díjole bromeando: -Mi buena Teresa, >>es verdad que quiere venderme a su hijo? -íAh, no!, exclamó la buena mujer. En Castelnuovo se venden los terneros, pero los hijos se regalan. -Mejor todavía, si me lo regala, replicó don Bosco. Prepárele unos vestidos y un poco de ropa blanca y mañana me lo llevo conmigo. (**Es17.252**))
<Anterior: 17. 251><Siguiente: 17. 253>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com