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((**Es17.251**) que la Pía Sociedad Salesiana tenía una existencia precaria y que, a la muerte de don Bosco, se desharía. Pero el Eminentísimo Nina decía y repetía que, de grado o por fuerza, había dos razones para hacer llegar a la conclusión de lo contrario, a saber, el extenderse maravilloso de los Salesianos y el bien incontestable que hacían; un poquito más tarde, pudo añadir todavía una tercera razón, es decir, el caso, único en la historia de las Ordenes religiosas, de que, viviendo el fundador, hubiese un acuerdo tan completo en la elección del sucesor. Vencidos fácilmente los obstáculos, la respuesta de Roma no podía ser más rápida ni más satisfactoria, tal y como se apresuraron a comunicar al cardenal Alimonda el cardenal Nina 1 y monseñor Jacobini, secretario de Propaganda. Este último le escribió el día nueve de octubre: <((**It17.288**)) con el cardenal prefecto. Mientras tanto, ruégole avise al querido don Bosco, el cual se alegrará muchísimo. Le pido, si no es atrevimiento, felicite a don Bosco de mi parte por el nuevo honor que obtiene el Oratorio>>. Después de esta comunicación oficiosa, llegó la oficial de parte del cardenal Simeoni al cardenal Alimonda y a don Juan Cagliero. Decía al primero que el Santo Padre se había dignado consentir, en atención a la petición hecha por Su Eminencia y a los méritos de don Bosco; y notificaba al segundo que la finalidad de la elevación era para que la mayor potestad y dignidad hiciese su obra más eficaz y provechosa para la Misión. Don Juan Cagliero cumplió su deber dando las gracias a monseñor Jacobini, a los cardenales Simeoni y Nina y al Padre Santo 2. El Papa, con Breve del treinta de octubre, comunicado por el cardenal Prefecto de Propaganda, nombró a don Juan Cagliero Obispo titular de Mágida 3, publicando después el nombramiento en el Consistorio del trece de noviembre, en cuyo día anunció don Bosco oficialmente al Capítulo Superior la elección recientemente efectuada y los cambios que ella comportaba. La partida de monseñor Cagliero para América dejaba vacante el puesto de Catequista de la Congregación; pero don Bosco no quiso exonerarlo del cargo hasta el Capítulo General de 1886. Para el despacho de los asuntos fue su deseo, en un 1 Ap. Doc. núm. 32. 2 Ap. Doc. núm. 33 A-B-C-D. 3 Ap. Doc. núm. 34. (**Es17.251**))
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