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y coronación de León XIII, dejó el Papa oír su voz
de condena ante el Sacro Colegio de Cardenales,
llegados para ofrecerle el homenaje de sus
felicitaciones.
Los Obispos de todo el mundo enviaron a la
Santa Sede manifestaciones de adhesión, pero
protestaron sobre todo los Superiores
eclesiásticos de las misiones, con los cuales
tenían el derecho y el deber de mostrarse
solidarios los dos noveles Prelados misioneros
salesianos. Don Juan Cagliero, una vez preparado
el documento, refrendado también con la firma de
don José Fagnano, lo envió el día primero de junio
al Cardenal Simeoni, prefecto de Propaganda,
deplorando en el atentado, no sólo el daño para la
religión y la civilización, sino también la
humillación de la patria italiana que, de este
modo, iba a sufrir gran menoscabo en su prestigio
e influjo en el extranjero 1.
Don Juan Cagliero tenía que ir a su misión con
el título de Provicario, pero no de Obispo; sólo
más tarde sería elevado a la dignidad episcopal.
Don Bosco, en cambio, acariciaba la idea de volver
a enviarlo a América condecorado con el carácter
episcopal; y los hechos inmediatos, como veremos,
y otros posteriores demostraron la sabia
oportunidad de este consejo. Este plan constituyó
tema de conversación con el Cardenal Arzobispo,
que, en Roma, había sido miembro de la Comisión
cardenalicia encargada de estudiar el proyecto del
Vicariato y de la Prefectura; por lo que,
convencido él también de la conveniencia de que
don Juan Cagliero fuera consagrado en seguida
Obispo, ((**It17.287**)) tenía
naturalmente abierto el camino para ocuparse del
asunto, pidiendo para ello la gracia del Padre
Santo; como lo hizo con su carta del veintiséis de
septiembre. Suplicaba al Papa aquel favor por tres
motivos, a saber: como una satisfacción para don
Bosco, para honra de la Congregación y para mayor
facilidad y eficacia en el ejercicio del sagrado
ministerio por parte del elegido 2. Después, como
lo pedían las normas rituales, el cardenal
Alimonda dejó la gestión en manos del Cardenal
Protector, constituyéndolo árbitro de la
oportunidad de dar paso o no a su súplica 3.
El cardenal Nina juzgó que la cuestión era
oportuna y de efecto seguro; por lo que pasó
rápidamente la súplica al Prefecto de Propaganda
para la debida presentación. Se encontró en el
camino un momentáneo escollo; el cardenal
Ferrieri, prefecto de Obispos y Regulares, se
opuso a ello a brazo partido, convencido, como
siempre, de
1 Apéndice, Doc. núm. 29.
2 Ap. Doc. núm. 30.
3 Ap. Doc. núm. 31.
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