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Os recomiendo que no lloréis por mi muerte. Es
ésta una deuda que todos debemos pagar, pero
después se nos recompensará con largueza todo
trabajo realizado por amor de nuestro Maestro el
buen Jesús.
En vez de llorar, haced firmes y eficaces
propósitos para perseverar firmes en la vocación
hasta la muerte. Vigilad y haced que ni el amor
del mundo, ni el afecto a los parientes, ni el
deseo de una vida más cómoda os muevan al gran
disparate de profanar los santos votos y
traicionar de este modo la profesión religiosa,
con la que nos hemos consagrado al Señor. Nadie
vuelva a tomar para sí lo que hemos dado a Dios.
Si me habéis amado en el pasado, seguid
amándome en el porvenir, con la exacta observancia
de las constituciones.
Vuestro primer Rector ha muerto, pero nuestro
verdadero superior, Jesucristo, no morirá. El será
siempre nuestro maestro, nuestro guía, nuestro
modelo; pero recordad que, a su tiempo, él mismo
será nuestro Juez y remunerador de nuestra
fidelidad a su servicio.
Vuestro Rector ha muerto, pero será elegido
otro que cuidará de vosotros y de vuestra
salvación eterna. Escuchadle, amadle y obedecedle;
rezad por él como lo habéis hecho conmigo.
Adiós, queridos hijos, adiós. Os espero en el
Cielo. Allí hablaremos de Dios, de María, Madre y
sostén de nuestra Congregación, allí bendeciremos
eternamente esta nuestra Congregación, que
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contribuyó poderosa y eficazmente a salvarnos con
la observancia de sus reglas. Sit nomen Domini
benedictum ex hoc nunc et usque in saeculum. In
te, Domine, speravi; non confundar in aeternum.
ELECCION DEL NUEVO SUPERIOR
Inhumados mis restos mortales, reunidos y
llegados los electores al lugar establecido, se
cumplirá lo prescrito para los sufragios del
Rector difunto, para efectuar la inminente
elección y para el reconocimiento del nuevo
Superior de la Congregación.
Bueno será que todo sea comunicado rápidamente
al Padre Santo y que se pida una bendición
especial para este importantísimo acto.
Después, dará cada uno su voto al que juzgue
más idóneo para promover la mayor gloria de Dios y
el provecho de nuestra pía Sociedad, sin mirar a
afectos humanos o cálculos de ninguna clase. Por
consiguiente:
1.° Que sea conocido por su ejemplaridad en la
observancia de nuestras reglas.
2.° No haya intervenido nunca en asuntos que lo
hayan comprometido ante las autoridades civiles o
eclesiásticas o lo hayan hecho odioso o
despreciable a los socios de nuestra misma
Sociedad.
3.° Se haya distinguido por su adhesión a la
Santa Sede y para todo lo que de alguna manera se
relacione con ella.
Una vez hecha la elección y sea conocido, es
más, proclamado el nuevo Rector Mayor, todos los
electores besarán su mano, luego se arrodillarán y
cantarán el Te Deum. Después darán una señal
ostensible de sumisión, renovando los votos, como
se hace en los ejercicios espirituales.
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