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alejar al sacerdote del lecho de los atacados por
el cólera. Un intrépido ciudadano, Franco De
Amicis, organizó, con la bendición del Arzobispo,
grupos de católicos y se presentó al alcalde para
notificárselo. Este le preguntó qué señal
empleaban los de sus grupos para ser reconocidos y
respondió:
-La medalla de María Auxiliadora.
Los presentes soltaron una carcajada; pero es
el hecho que el veintidós de octubre escribía el
señor De Amicis a don Bosco, diciendo:
<>. Y téngase en cuenta que, durante unos
cincuenta días, se alternaron en el servicio
varios cientos de personas entre hombres y monjas
1.
También en Francia las medallas de María
Auxiliadora, bendecidas por don Bosco, fueron
portadoras de la salvación. El Inspector, don
Pablo Albera, escribía a don Bosco desde Marsella
2: <((**It17.241**)) vimos
en algún pobre muchacho todos los síntomas del
cólera, pero tuvimos la satisfacción de verlos
desaparecer a las pocas horas. íEs un milagro de
la Virgen! Tenemos en casa todavía más de ciento
cincuenta muchachos que, al parecer, no saldrán,
ni aun cuando se recrudeciera el cólera, unos
porque son de la misma ciudad de Marsella y otros
porque los padres no pueden retirarlos. Los que
marcharon a sus casas disfrutan de magnífica
salud, y ninguno de ellos ha sido atacado todavía
por la terrible peste.
Todos llevan al cuello la medalla de María
Auxiliadora y hacen lo posible por practicar el
remedio que usted ha sugerido. Otra noticia
consoladora es que ninguno de nuestros
bienhechores y amigos ha caído enfermo hasta
ahora>>.
1 Puede leerse una extensa relación del señor
De Amicis, fechada el 13 de noviembre, en LEMOYNE:
La Virgen poderosa, o sea, algunas gracias, etc.
Turín, Tip. Sal., 1885, pág. 128 y ss.
2 Boll Sal, septiembre 1884.
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