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eran cada vez más numerosas en las dos grandes
ciudades de La Spezia y Nápoles. Todas las clases
sociales entablaron admirable porfía para aportar
socorros, aun cuando el azote se recrudecía; y
recrudeció de tal modo que, en dos meses, se
enterraron en la ciudad de Nápoles más de seis mil
quinientas víctimas.
Es increíble lo mucho que don Bosco influyó en
la difusión de la calma, como óptimo medio para
conjurar el peligro. En privado y en público, por
cartas y por medio del Boletín, no cesaba de dar
como preservativo infalible el empleo de los
siguientes medios: 1.° recibir a menudo la santa
comunión con las debidas condiciones; 2.° repetir
frecuentemente la jaculatoria María, Auxilium
Christianorum, ora pro nobis; 3.° llevar al cuello
la medalla bendecida de María Auxiliadora y
colaborar en alguna obra de caridad y de religión
en su honor.
Escribía a la marquesa Carmela Gargallo, de
Nápoles, con ocasión de su día onomástico el
catorce de julio: <>.
Naturalmente no cesaban las peticiones de
medallas. El coadjutor José Rossi escribía a don
Bosco el cinco de septiembre: <>.
Don Bosco estaba informado en Pinerolo sobre la
marcha ((**It17.231**)) de la
epidemia 1, y enviaba palabras de aliento a los
bienhechores italianos y franceses.
Escribió a la señora Magliano, que veraneaba en
Busca:
Benemérita señora Magliano:
Alguien, es más, los mismos diarios han
publicado que en Busca se dieron algunos casos de
cólera. Pero usted, señora Magliano, no tenga
ningún miedo. Nuestro antídoto es seguro. Sin
embargo, si la epidemia se difundiera
verdaderamente en esa ciudad, podría usted venir a
Turín donde, gracias a Dios, estamos hasta ahora
totalmente tranquilos y también usted lo estaría.
No tenga, pues, miedo alguno ni por su alma ni
por su cuerpo.
El pobre don Bosco y todos sus hijos,
muchachos, clérigos y sacerdotes, ruegan por
usted; María nos escuchará. Estoy aquí con el
Obispo de Pinerolo hasta el día veintidós de los
corrientes; después, en Turín.
María la proteja y conserve en salud y santidad
durante todos los días de nuestra vida y créame en
J. C.
Casa de campo del Obispo, Pinerolo, 16 de
agosto de 1884
Su seguro servidor,
JUAN BOSCO, Pbro.
1 Carta al conde Colle, 20 de julio de 1884:
<>.
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