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Ante aquella inesperada salida, no supo Víctor
qué replicar.
íQué bien sabía don Bosco elegir el tiempo
oportuno para todo! Lo mismo para hacer un
reproche que para dar una demostración de afecto,
sabía siempre escoger el momento propicio y
emplear la forma adecuada. El Obispo se ausentaba
de vez en cuando. Invitar entonces a su mesa a
Víctor, cuando la cocinera estaba en su puesto, no
convenía; tampoco invitar también a la mujer. Por
eso, en semejantes casos, no decía nada.
Cuando se marchó, dio a Víctor una estampa de
María Auxiliadora con estas palabras escritas por
él al pie de la misma: <>. También la criada quiso que
escribiese unas palabras para ella al dorso de una
estampa. El Santo la contentó, pero llamándola
<>: no se quedó muy contenta, porque
a Víctor le había dado el calificativo de
<>, pero no se atrevió a quejarse. íQué
delicadeza, la de don Bosco! Tenemos que añadir
todavía que el <> era tan bueno que,
no contento con rehusar cualquier propina, le
obligó a aceptar unas monedas de oro, fruto de sus
ahorros, para las obras salesianas.
La generosidad de monseñor Chiesa con don Bosco
fue muy meritoria, pues sus condiciones económicas
eran más bien escasas. Al año siguiente, don Bosco
prefirió trasladarse a Mathi, desde donde le hizo
llegar una señal patente de su gratitud. Recogía
entonces Monseñor limosnas para las obras, que se
ejecutaban en su catedral. Don Bosco quiso
contribuir ((**It17.228**)) y le
envió cien liras por medio de Lemoyne. Este acto
conmovió al digno Pastor y le proporcionó la
oportunidad de renovar la expresión de los
sentimientos de profunda veneración, que guardaba
hacia el Siervo de Dios 1.
1 Véase Ap. Doc. núm. 26. A su reiterada
invitación, don Bosco hizo contestar: <>Visitará a don Bosco en la
Fábrica de papel?>>.
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