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Pero, mi buena Eulalia, esto no sea de broma,
sino en serio. Y recuerda las palabras del padre
de Juana Francisca Chantal, cuando se encontraba
en tu caso. Lo que se da al Señor, no se le quita
jamás.
Recuerda que la vida religiosa es vida de
continuo sacrificio y que cada sacrificio es
recompensado con largueza por Dios. La sola
obediencia, la sola observancia de las reglas, la
sola esperanza del premio celeste son nuestro
consuelo en el curso de la vida mortal.
He recibido todas tus cartas y con agrado. No
he contestado por falta de tiempo.
Dios te bendiga, Eulalia, y sea María tu guía,
tu consuelo hasta el cielo. Espero que todavía nos
veremos en la vida presente; de lo contrario,
adiós; nos veremos hablando de Dios en la vida
bienaventurada. Así sea.
Deseo toda clase de bendiciones a la Madre
General y a todas las hermanas, novicias,
postulantas de María Auxiliadora. Soy deudor de
una contestación a la Madre y la haré. Reza por mí
y por toda nuestra familia y considérame siempre
en J. C.
Pinerolo, 20 de agosto de 1884
Afmo. tío,
JUAN BOSCO, Pbro.
Un desagradable percance sucedido en San
Benigno requirió la autorizada intervención de don
Bosco ante la autoridad civil. El alcalde, sin
decir palabra al Director don Julio Barberis, como
hubiera sido su elemental deber, había destinado
el patio del antiguo claustro donde se reunían los
externos, a alojamiento provisional de los
soldados. De improviso, un día llegó un escuadrón
de caballería. Las puertas estaban cerradas y
llovía a cántaros. Empezaron a llamar con gran
estrépito y, de repente, estalló un altercado. Se
dijo que un muchacho había lanzado una piedra
contra un militar. Pero, abiertas las puertas y
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colocados hombres y caballos, todo quedó arreglado
y en paz; es más, los oficiales entraban y salían
complacidos por el interior, alternando
familiarmente con los nuestros.
Pero, como depués se supo, había la oculta
intención de tender un lazo con el fin de alejar
del pueblo a los Salesianos. Los periódicos se
adueñaron del caso y lo pintaron con negros
colores como un acto de rebelión y de ofensa al
ejército, fruto de una educación reaccionaria.
Se amenazaba con una catástrofe. El Santo,
enterado de la cuestión, escribió un informe puro
y llano y lo envió al Gobernador de Turín,
acompañado de una carta, escrita en Pinerolo, pero
fechada como si estuviese en el Oratorio.
Ilmo. y Benemérito señor Gobernador:
Un incidente, que parecía de escasa
importancia, en nuestro hospicio de San Benigno,
proporciona graves molestias a los pobres
muchachos allí asilados.
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