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Liebreich, encontró en él hemorragias retínicas.
Su visión disminuyó tanto que el día catorce de
octubre obtuvo de la Sagrada Penitenciaría el
indulto para poder celebrar la Misa votiva de la
Bienaventurada Virgen María en los días festivos y
en los de rito doble y los demás días la Misa de
difuntos. Por consejo del mismo Reymond, se le
examinaron también los inquietantes desarreglos
renales que crecieron al extremo de causarle
enorme albuminuria en los últimos meses de 1887. Y
la debilitación de la médula espinal, comenzada al
parecer en 1871, progresaba sensiblemente en 1884;
tanto que le hacía andar encorvado y llevar los
brazos al dorso para equilibrarse. Pero, no
obstante todas estas afecciones orgánicas que le
desgastaban la vida, lo veremos todavía ocuparse
de todo y de todos, para promover sin descanso la
gloria de Dios y el bien de las almas.
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