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((**Es17.173**)su larga composición; por lo cual nos limitaremos a exponerla al final de volumen 1. El Capítulo no se ocupó ya hasta septiembre de lo relacionado con la disciplina del Oratorio; volveremos a hablar de ello en el capítulo decimoséptimo. Antes de reanudar el hilo de nuestra narración, siguiendo la guía de las actas capitulares, daremos espacio aquí a algunos detalles, que contribuyen a formar un cuadro menos incompleto del Oratorio y su ambiente de entonces. Aquel año murieron en él varios jóvenes, cuyo fin nos da indicios de que la lamentada relajación no había llegado a extinguir la antigua piedad. El día treinta de enero, falleció Virgilio Paganini, natural de Vezzano Lígure, alumno del segundo curso, pero ya bastante crecido. Don Bosco fue a verle todavía la última tarde. Al verlo, el enfermo se reanimó y le dijo: - Don Bosco, le agradezco que me admitiera en el Oratorio. Si no me hubiese admitido en su casa, >>quién sabe cómo estaría yo en este momento? Le agradezco todo el bien que ha hecho a mi alma. -Yo, le contestó don Bosco, me alegro de que estés tranquilo. >>Rezarás por mí? ((**It17.195**)) -Sí, rezaré por usted y por nuestra Congregación, para que el Señor la haga crecer y salve muchas almas. Estas fueron sus últimas palabras. Don Bosco se separó de su cama y, aún no había llegado a la puerta de la enfermería, cuando Paganini expiraba. El día diecisiete de febrero, murió el aprendiz Honorato Chiappelli, natural de Pistoya. Mientras deliraba, repetía: -íOh María, Madre nuestra, ayudadnos a todos..., pero especialmente a mí... a mí... a mí. Le había precedido dos días antes en el viaje a la eternidad, su asistente don Vicente Reggiori, de Sangiano. Decían los aprendices que, si hubiese muerto el mismo don Bosco, no lo habrían sentido tanto. La comparación les salía espontánea, pues eran los días de la grave enfermedad de don Bosco. El día dieciocho de junio dejó de vivir Carlos Godi, de Gozzano, alumno también del segundo curso del bachillerato y algo mayor. Pocos días antes de morir dijo a unos amigos: -María Auxiliadora me ha concedido la mayor de las gracias. Soy feliz. En estos ejercicios he podido confesarme y comulgar, como si fuese la última vez. Soy feliz, feliz. Hubo dos sucesos que impresionaron mucho a los aprendices y 1 Apéndice, Doc. núm. 22. (**Es17.173**))
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