((**Es17.167**)
Una cosa a estudiar es ésta. Cuando hay un
muchacho que da esperanzas de llegar a ser un buen
salesiano, no se miren gastos, tanto si puede
pagar la pensión como si no puede. La casa mirará
por él. Estoy seguro de que el Señor nos ayudará
con medios extraordinarios e inesperados, cuando
se hagan todos los esfuerzos posibles para tener
vocaciones. No nos preocupemos por los gastos.
Sirva esto de regla también para los demás
colegios nuestros. Si un muchacho da esperanzas de
éxito y los padres no pueden pagar, si ponen
dificultades, si se quejan con los superiores de
que se encuentran en apuros económicos y que no
podrán pagar los gastos necesarios, entonces,
atendida la buena conducta del muchacho, se le
podrá conceder la remisión de un mes o de un
trimestre; pero sin que falte nunca la esperanza
de una probable vocación. Hoy en día van
disminuyendo continuamente las vocaciones.
Impedir con el mismo celo que sigan la carrera
eclesiástica los no llamados a ella y los
indignos. Hágase esto con la máxima prudencia.
Nunca se reciban a prueba los que anteriormente
dieron mal resultado.
Para cerrar la puerta a posibles y peligrosos
subterfugios, se dieron órdenes para no enviar a
los muchachos fuera de casa. Hacía tiempo que
algunos iban a enseñar catecismo en la parroquia
de San Donato y en el Oratorio de San Juan; otros
iban a ayudar en las funciones religiosas de las
Hermanas de San Pedro y las del Buen Pastor.
Aprovechando la ocasión, había quien escapaba a
su casa para ver a sus familiares, pretextando
tener permiso, y quien iba a los cafés; y además
todos perdían horas de estudio, prácticas
religiosas y sermones adaptados a ellos. Dijo don
Bosco:
-Hay que avisar a estas instituciones que,
dentro de un mes, ya no se podrá enviar muchachos
para el servicio del altar y que se busquen otros
ayudantes en este lapso de tiempo. Si el seminario
no se presta a ello, >>por qué motivo tenemos que
prestarnos nosotros? Dése aviso también a la
iglesia de San Donato para que organice la
catequesis con los obreros católicos, advirtiendo
que ya no enviaremos a nuestros pequeños
catequistas, porque se distraen demasiado.
A veces se enviaban muchachos enfermos a los
hospitales de la ciudad; pero, a propuesta de don
Miguel Rúa, se decidió renunciar a esta costumbre,
en atención a los inconvenientes morales que había
por causa de médicos, enfermos y enfermeros. Nada,
en fin, ((**It17.188**))
sabemos acerca de las determinaciones tomadas por
la comisión nombrada por don Bosco para arbitrar
los medios con que dar nuevo vigor a la buena
disciplina en el Oratorio.
Cuando se trató de la disciplina, hubo una
interpelación al término de la sesión del treinta
de junio. La promovió el director don José
Lazzero, al anunciar que, al domingo siguiente, se
haría una pequeña fiesta en honor del Sagrado
Corazón de Jesús, según la intención de don Bosco
para obtener las gracias especialísimas que
necesitaba la
(**Es17.167**))
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