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llegar a abogado, profesor, médico o periodista.
Que sea ésta la salida de los jóvenes, que se
educan en otros colegios nuestros, no tengo nada
que decir; pero esto no debe tolerarse en nuestra
casa de Turín, donde los muchachos viven de la
caridad pública. Propongo, pues, que se examine
cuál es nuestra obligación de conciencia y qué se
debe hacer. En años anteriores, había muchos,
jóvenes, que querían hablarme de vocación. Pero,
este año, en el que se reunió a los aspirantes
para darles conferencias especiales (lo cual no se
había hecho nunca) las cosas van por otros cauces.
Pocos, y con dificultad, vinieron a hablarme y
unos me dijeron francamente que querían ir al
mundo y otros al seminario. Al preguntarles por
qué iban a las conferencias de los aspirantes,
algunos contestaron: -Para oír lo que se dice en
las conferencias-. Otros, más francamente: -Para
ser mejor vistos por los Superiores-. Serán buenos
muchachos, pero tienen trazado su plan. De suyo no
es malo ayudar a éstos tales, pero, en resumidas
cuentas, damos nuestro pan a muchos que luego nos
vuelven las espaldas y lo damos por recomendación
de quien a veces, después de quitarnos los
jóvenes, nos critica por añadidura, diciendo que
nos quedamos con las vocaciones. Esto lo he
comprobado hoy mismo.
Pero baste lo dicho sobre esta materia. A mi
entender, tendríamos que tomar una medida acerca
de la organización de nuestros estudios.
Deberíamos reducirlos a lo que se hace en las
escuelas apostólicas de Francia. Será difícil,
mas, sin embargo, habrá que lograrlo. Hecho esto,
veremos cómo se pueden aleccionar y cómo se deben
cuidar los jóvenes. Verdad es que no tendremos ya
un número tan extraordinario. Puede que no
tengamos más que un centenar, cincuenta o
cuarenta, y habrá que tomar paciencia; pero no
habrá gangrena moral. Creo que, para ((**It17.184**))
alcanzar nuestro fin, no bastan las resoluciones
tomadas en los Capítulos Generales.
DON JOSE LAZZERO propone que se vuelva a
suprimir el quinto curso de bachillerato.
DON BOSCO.- Mi plan es el de encargar a una
comisión el estudio de la idea expuesta sobre las
escuelas apostólicas. Yo no puedo reflexionar,
porque no lo resiste mi cabeza. Necesito que se
comprenda la necesidad de la cuestión y que se
estudien seriamente los medios para llevarla a
cabo. Creo también oportuno quitar a los jóvenes
la libertad de ir a confesarse con quien quieran.
Se designarán confesores en número suficiente,
pero los estudiantes necesitan una dirección
particular. Si no se atreven a confesarse con los
cinco o seis sacerdotes destinados para ellos, que
esperen la ocasión de los ejercicios.
DON MIGUEL RUA afirma que él ha observado que
el resultado bueno o malo del quinto curso del
bachillerato depende siempre del profesor. Desde
que don Herminio Borio lleva el curso de retórica
en Lanzo, siempre hubo en la Congregación novicios
procedentes de aquel Colegio.
DON BOSCO.- Desde hace algún tiempo ha mermado
el número de novicios procedentes del Oratorio, ya
sea porque los párrocos nos envían el rocló (el
desecho), avalados con los mejores certificados de
buena conducta, ya sea porque, cuando éstos son
aceptados, no se tiene suficiente energía para
devolverlos a sus casas.
Por consiguiente, hay que tener prudencia al
aceptar y ver la manera de purgar la casa.
Mientras tanto, hay que ver: 1.°, si conviene
organizar nuestras escuelas, según el plan de las
apostólicas; 2.°, cómo son estas escuelas
apostólicas. Según lo que resulte de estas dos
cuestiones, se verá si se debe mantener o no el
quinto curso.
DON JOSE SCAPPINI propone suprimir en nuestras
escuelas el griego y las matemáticas o dar
solamente los rudimentos de estas asignaturas,
como se hace en los Seminarios. Entonces, al
llegar al tercer curso del bachillerato, los
jóvenes que no quieren
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