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Park, Bournemouth; tiene ochenta y cuatro años de
edad y conserva un imborrable recuerdo de su
encuentro con don Bosco, hace exactamente
cincuenta años. Iba a Roma el año 1884 con una
peregrinación, en compañía de Lord Denbigh y su
señora. Junto con Mr. Jorge Lane Fox visitaron
estos nobles señores a don Bosco el cual les
enseñó toda la casa. Al cruzar los patios, les
encantaba ver cómo los muchachos se acercaban a
don Bosco, besaban su mano y él ponía la otra
sobre su cabeza y les hacía una caricia. Mr. Lane
Fox, que había oído hablar de un alumno del
Oratorio, con indicios de santidad, preguntó si
los visitantes podían verlo. Don Bosco lo mandó
llamar inmediatamente:
-Jamás vi, dice la señorita Fitz Gerald, un
rostro más bello ni más celestial.
Apenas se fue el muchacho dijo don Bosco:
-íDios es muy bueno! Me consuela dándome, de
vez en cuando, almas bellas como ésta.
Entonces le preguntó Mr. Lane Fox:
->>Tiene otros como éste?
El Santo hizo un pequeño gesto festivo
acompañado de una amplia sonrisa y dijo:
-íOh, sí!; seguramente más de los que usted
pueda imaginar.
Al despedirse, los forasteros se arrodillaron
para recibir la bendición, y la señorita Fitz
Gerald recuerda que con ella pareció difundirse en
ellos una insólita y suave sensación de paz 1.
Como corona de la fiesta onomástica, llegáronle
a don Bosco las oportunas felicitaciones del más
lejano de sus hijos. Don José Fagnano le escribía
desde Patagones, con fecha del veintiséis de mayo:
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ardientemente verle una vez más, besar su mano
después de nueve años de destierro voluntario, sí,
pero penoso, por estar lejos de usted. Acepte las
felicitaciones de los quinientos salvajes
bautizados este año, de los ciento cincuenta
muchachos y muchachas, que vienen a nuestras
escuelas, de los ocho salesianos y de las siete
hijas de María Auxiliadora, que forman la casa de
Patagones>>.
Se ha visto ya varias veces y se volverá a ver
todavía más adelante cómo, hablando de su jubileo
sacerdotal, nunca dijo con Bosco que llegaría a
él. Sin embargo, le gustaba a veces bromear,
señalando quién tenía que ayudarle la misa, quién
debía proporcionarle el vino, la carne, las velas,
quién haría esto o aquello; incluso que acudirían
1 The Univers de Londres, 18 de mayo de 1934,
en un artículo titulado: A Memory of 50 years ago
in Turin (Un recuerdo de hace cincuenta años en
Turín).
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