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((**Es17.147**) como! la segunda, en medio de mis muchachos, haciendo chiquillerías con ellos. No sabemos el efecto que produjeron estas palabras; pero don Bosco tenía el don de conquistar hablando. La conversación, que ha poco mencionábamos, giró después en torno a los primeros tiempos del Oratorio. íQué escenas sucedían aquellos años! Como entonces era cosa lícita y que no escandalizaba lo más mínimo, solía ir por tabernas y cafés en busca de descarriados para llevarlos al buen camino. Eran jóvenes tunantes y golfos, encenagados en los vicios. En ciertos casos, los que no conocían a don Bosco lo insultaban; pero otros, que sabían quién era y trataban de defenderlo a su manera, sacaban del bolsillo la navaja y la esgrimían gritando (palabras textuales repetidas por él y aptas más que cualquier otro argumento para darnos a conocer hoy la ralea de jóvenes que él buscaba): Shal_p del boia, it sastu nen ch'a l'Š Dun Bosc cul Ii? Se ti' i't die ancura quaich cosa, i't scanu (Asquerosos cerdos, >>no sabéis que este cura es don Bosco? Si decís una palabra contra él, os abro en canal). Y don Bosco, metiéndose entre ellos, lograba encontrar las palabras adecuadas para amansar a aquellos energúmenos, de suerte que, poquito a poco, insinuaba en sus almas pervertidas sentimientos de humanidad, ((**It17.164**)) haciéndoselos amigos, dispuestos a escucharlo y a desear volver a verlo. Volver a ver a don Bosco varias veces al día y poder hablar con él, en el confesonario, en el patio, en el comedor o en su habitación, producía la ilusión de que había recobrado la salud de antes. Con esta ilusión, se hacían más alegremente los preparativos para su día onomástico. Esta demostración anual de afecto filial no perdió nunca su encanto. Entre los ilustres personajes que intervinieron sobresalían el año 1884 los condes Colle y el príncipe Augusto Kzartoryski. Gustó mucho en la velada de la víspera el diálogo en verso compuesto por don Juan Bautista Lemoyne y titulado: Augurios y esperanzas para el año 1891. Era aquél el año de las bodas de oro sacerdotales de don Bosco; en aquella ocasión el domingo de la Trinidad, día de su primera misa, coincidía exactamente con el veinticuatro de mayo; hubiera sido también el cincuentenario del Oratorio, que comenzó el día de la Inmaculada Concepción de 1841 1. Don Bosco clausuró el acto, dando las gracias a los muchachos y a las personas que lo rodeaban y deseando una feliz fiesta a todos. Refirióse después a las alabanzas que le habían tributado y dijo que, por el bien obrado, 1 El diálogo fue impreso (S. Benigno, 1884). (**Es17.147**))
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