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El ocho de junio, fiesta de la Santísima
Trinidad, hubo una novedad en el Oratorio.
Coincidió aquel domingo con el aniversario de la
primera misa de don Bosco, y se celebró, por vez
primera, el fausto acontecimiento. Hubo música en
la iglesia, menú especial en el comedor y
concierto por la banda en el patio. En el comedor
leyeron los jóvenes discursitos en prosa y en
verso y también don Juan Bautista Lemoyne alegró
((**It17.160**)) la
fiestecita de familia con la lectura de un
delicado soneto.
Entre las pocas cartas de aquellos días
llegadas hasta nosotros, hay una muy interesante:
es la del padre César Flechia, rosminiano, con su
correspondiente respuesta. Le había conocido el
Santo durante las vacaciones del año 1840; era
entonces subdiácono y visitó, en compañía del
clérigo Giacomelli, el Monasterio de San Miguel 1,
y habían seguido siendo siempre buenos amigos. El
padre Paoli, que escribía la vida de Rosmini,
pedía testimonios de sus virtudes a cuantos habían
conocido personalmente al gran filósofo de
Rovereto; y, por eso, solicitaba el mismo favor a
don Bosco 2 por medio del padre Flechia. Don Bosco
encargó la respuesta a don Juan Bonetti, con una
nota al margen de la carta del padre Flechia, que
decía: <>. Y no se conformó con estas
indicaciones; sino que quiso revisar el borrador
de don Juan Bonetti, lo corrigió con esmero y le
dio la forma definitiva. Por eso, la presentamos
íntegra. Sin duda, él habría sido más explícito,
de no haber previsto que, en lo vivo de las
polémicas, su escrito sería objeto de comentarios
más o menos apasionados por ambas partes.
Reverendísimo Padre Flechia:
Mi venerado Superior don Juan Bosco ha recibido
la carta de V. P. del doce de los corrientes, en
la que le pide un testimonio sobre las virtudes de
su ilustre fundador y padre, el abate Rosmini, por
él conocido personalmente. Como no está en
condiciones, dada su precaria salud, para
contestarle de su puño y letra, me cede el honroso
encargo de manifestarle en su nombre los
pensamientos siguientes:
Don Bosco tuvo siempre buenas relaciones con el
abate Rosmini, admiró sus virtudes y su sapiencia,
como se pone de relieve en la biografía que don
Bosco mismo escribió e incluyó en su Historia de
Italia Para la juventud.
((**It17.161**)) Y el
aprecio que tuvo al Padre, lo sigue teniendo a sus
hijos, los Rosminianos, especialmente a V. P., a
quien me encarga dé su más sentida condolencia por
la
1 Véase LEMOYNE, Mem. Biogr. Vol. I, pág. 396.
2 Apénd. Doc. núm. 21.
(**Es17.144**))
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