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Os hablo con mucho gusto en este día, ya sea
por lo que he de deciros, ya sea porque este año
os hablo en la iglesia de María Auxiliadora. Y es
algo verdaderamente agradable hablar a los
Cooperadores y a las Cooperadoras en este lugar,
que podemos llamar casa de María y casa que Ella
misma se ha edificado: aedificavit sibi domum
María. Quiero precisamente entretener vuestra
piedad, y así ayudarnos recíprocamente a celebrar
devotamente la fiesta de María Auxiliadora,
mostrándoos las gracias obradas por Ella en los
comienzos en favor de los que contribuyeron a
levantar y adornar esta su iglesia.
Cuando se comenzó la construcción, faltaban los
medios materiales. Había que pagar a los obreros y
don Bosco no tenía dinero. Y he aquí que una
señora, por su consejo, se encomienda a María, y
María la cura prodigiosamente. La señora
agradecida ofrece, en honor ((**It17.148**)) de la
Virgen, el dinero necesario para pagar la primera
quincena a los obreros. Llega este hecho a
conocimiento de otros y ellos también invocan a
María, prometiendo un donativo para su nueva
iglesia, y obtienen gracias extraordinarias.
Entonces comienza una serie ininterrumpida de
curaciones de graves enfermedades y llegan de
todas partes donativos, por gracias obtenidas o
por obtener, y se ve de esta manera levantarse
esta iglesia, día tras día, como por ensalmo.
Cuando estuvo edificada, se trataba de
adornarla, y María Auxiliadora proporcionó también
los recursos para ello. Aquí tenéis, por ejemplo,
el altar de San Pedro: >>cómo se sufragaron sus
gastos? Os contesto. Una piadosa dama romana
enferma se encomienda a María, cura milagrosamente
y, al punto, escribe que se levante un altar en su
iglesia por su cuenta: el altar se levantó y es el
de San Pedro. Un poco más allá está el altar
dedicado a los santos Mártires de Turín, Solutor,
Adventor y Octavio, de la Legión Tebea, y a Santa
Ana: >>quién lo mandó levantar? Fue otra señora de
Roma, favorecida también con una gracia
extraordinaria, por intercesión de María. Se
encontraba gravemente enferma, prometió hacer
construir este altar y, al momento, recobró la
salud. En la otra nave, al fondo, está el altar
del Sagrado Corazón: también éste nos recuerda una
gracia obtenida por una persona de Milán, que,
como prueba de agradecimiento, pagó el gasto. La
construcción, la balaustrada, el cuadro del altar
de San José son fruto de abundantes gracias y
bendiciones obtenidas de la misma manera. El
pavimento de la iglesia, el mismo púlpito, desde
donde estoy hablando, proceden así mismo de una
gracia recibida. Otro regalo de beneméritos
donantes, en obsequio a María Auxiliadora, es la
estatua de bronce que está sobre la cúpula; regalo
y trabajo de un modesto carpintero es el coro y,
si quisiéramos pasar por todos los rincones de
esta iglesia y presentar toda su ornamentación
como fruto de favores recibidos, no acabaríamos
nunca, porque puede decirse que las columnas, las
bóvedas, el techo, cada piedra, cada ladrillo y
cada adorno es una gracia de María.
Hay en la sacristía una cantidad de cuadritos,
que son pruebas de otras tantas gracias. Allí véis
a una madre, con su hijo liberado de la muerte;
una persona curada de un fuerte dolor de muelas;
otra salvada de una peligrosa caída; y otros
prodigios parecidos. Yo mismo debo deciros
detalles que se refieren a mi persona. Habréis
sabido que, hace algún tiempo, mi salud estaba tan
quebrantada que no podía trabajar. Pues bien, el
día quince del corriente mes, primer día de la
novena, cé a mejorar; la mejoría creció día tras
días y ahora, gracias a María, me encuentro tan
bien como hace muchos años.
Y, si fuera conveniente descorrer un velo y
manifestar las gracias espirituales recibidas por
sus devotos, íqué himno tan precioso podríamos
cantar en honor de la poderosísima Virgen
Auxiliadora! Esposas, cuyos maridos volvieron al
buen camino; padres y madres, que vieron
convertirse en obedientes a sus hijos rebeldes;
pecadores
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