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((**Es16.81**) lo que podía y debía quedar en un intercambio de ideas entre los dos. En 1873 don Bosco estaba a punto de empezar las negociaciones para la aprobación definitiva y necesitaba para ello asegurarse el apoyo de muchos Obispos, y en primer lugar de su Ordinario. Este preparó su carta de recomendación llena de elogios, pero con especiales recomendaciones para el noviciado, para la admisión a las Ordenes y para la exención canónica. Después escribió a los Obispos del Piamonte y a otros, invitándolos a hacer sus cartas comendaticias, si se las pedían, formulando cuatro conceptos: 1.°, que ningún miembro de la Congregación pudiese acceder a las Ordenes antes de la profesión perpetua; 2.°, que las reglas concernientes al noviciado fueran tales como para formar buenos religiosos, ((**It16.87**)) como sucedía con los Jesuitas; 3.°, que todos los ordenandos rindiesen exámenes en la Curia; 4.°, que los Ordinarios diocesanos tuviesen derecho a visitar las iglesias y oratorios de la Congregación. Cuando don Bosco vio el contenido de la carta comendaticia y le informaron confidencialmente del paso dado por Monseñor ante el episcopado subalpino y ligurino, declaró que, por el momento, dejaba las cosas como estaban y no presentaría en Roma la petición. Pero el Arzobispo, sabiendo que en Roma se conocía su intención y previendo que se trataría de averiguar el porqué de aquel cambio, transmitió su carta comendaticia al cardenal Caterini, prefecto del Concilio, acompañándola con una carta, en la cual, a más de lo que acabamos de decir, señalaba la necesidad de que <>. Esto sucedía en abril de 1873, momento en el que surgieron otros desagradables incidentes con motivo de las ordenaciones. El veinte de aquel mes dirigió Monseñor un escrito al cardenal Bizzarri, prefecto de Obispos y Regulares, en el que exponía prolijamente su desiderátum con ocho puntos. íLástima que su celo no fuera acompañado de una mejor comprensión del Instituto de don Bosco y de una mayor exactitud de informaciones! Don Bosco se enteró del documento al año siguiente, mientras se encontraba en Roma; esbozó pues, un memorándum que, puesto en forma, se entregó el día treinta de marzo a los Cardenales de la Comisión para la aprobación de las Reglas. Es oportuno presentar aquí dicho memorándum 1. 1 Ya lo vieron los lectores en el volumen décimo, págs. 722 y 723 (N. del T.).(**Es16.81**))
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