((**Es16.76**)
estimulado por don Bosco, queda descrito
ampliamente en el noveno volumen de Lemoyne.
El año 1871, sucedió a monseñor Riccardi de
Netro en la cátedra de San Máximo, de la que tomó
posesión el día veintiséis de noviembre. Aquí
aumentó mucho su actividad. Colocó en la cumbre de
sus pensamientos la disciplina y cultura del clero
y la educación e instrucción de los seminaristas.
Celebró tres sínodos diocesanos. Fue pregonero
incansable de la palabra de Dios. Sus cartas
pastorales, sólidas por su contenido, y fáciles y
brillantes por su forma, se leen todavía con
provecho. El pueblo admiraba su celo ferviente y
desinteresado y lloró sinceramente su fulmíneo
fallecimiento.
Don Bosco, informado de su muerte, prescribió
desde París que se celebrase en María Auxiliadora
un solemne funeral y se invitara a él a sus
parientes. Muy pocos de ellos asistieron; faltó
incluso la condesita Mazé, sobrina del Arzobispo y
que siguió siendo siempre afecta a don Bosco. Al
parecer creyeron ellos que los Salesianos
consideraban el fin de Monseñor ((**It16.81**)) como su
propio triunfo, o quizás les sabía mal que otros
pudieran pensar de esta manera. La verdad es que
los Salesianos mantuvieron la más perfecta
reserva. Prueba de ello es también la Stella
Consolatrice, en cuyo número, del día siete de
abril, apareció una amplia nota necrológica, de la
que la dirección de la revista envió las pruebas
de imprenta a don Juan Bonetti, para que las viera
y modificara a su talante, pero éste no se
permitió ni sombra de crítica.
Después de esta semblanza biográfica, los
lectores, que nos han seguido hasta ahora e
ignoran el origen de la discordia que duró diez
años entre monseñor Gastaldi y don Bosco, deben
sentir más deseos que nunca de conocer las causas
que la determinaron. Todo esto se expondrá por
partes en el tomo décimo que no ha aparecido
todavía 1; pero, mientras tanto, es una verdadera
necesidad exponer aquí, en compendio, cómo y
porqué surgió el litigio; por otra parte, será
útil recordar sumariamente la conducta que siguió
don Bosco frente a la persistente oposición.
Dos cosas son históricamente ciertas, a saber:
que el nombramiento de monseñor Gastaldi para
obispo de Saluzzo y después para Turín fue
propuesto y apoyado por don Bosco y que monseñor
Gastaldi estaba muy bien informado de ello. La
presencia de monseñor Gastaldi en Turín
representaba en la mente de don Bosco un auxilio
providencial. Eran amigos íntimos. Le había
confiado sus secretos. Cuando
1 El décimo volumen de estas Memorias apareció
en italiano el año 1936; y el presente
decimosexto, salió a la luz el 1934 (N. del
T.).(**Es16.76**))
<Anterior: 16. 75><Siguiente: 16. 77>