((**Es16.69**)
-Esta enfermedad no es mortal.
Diole después la bendición y le ordenó que
rezara cada día una Salve hasta el quince de
agosto. Pues bien, precisamente durante aquel
tiempo, declararon los médicos que ya estaba fuera
de peligro. Al salir, se encontró a toda la
familia con otros parientes que le abrían paso en
el portal de la casa para recibir su bendición.
Dos nodrizas llevaban en brazos a dos niños, uno
de los cuales, Andrés, sobrino de la enferma,
tenía apenas cinco meses. Llegaba don Bosco al
umbral de la puerta y estaba a punto de salir,
cuando volvió atrás y, señalando al pequeñín,
dijo:
-Este será un gran siervo de Dios y de la
Iglesia.
Y actualmente es monseñor Andrés Jullien, de
los Sulpicianos, Auditor de la Rota en Roma y
Consultor de varias Congregaciones Romanas.
Cierto día, fue a celebrar misa, no sabemos en
qué iglesia, y tuvo un encuentro que trajo a su
memoria una escena acaecida en Cannes, algún año
atrás. Al entrar en la sacristía, salió a su
encuentro un muchacho vestido de monaguillo,
alborozado y dando a entender que lo conocía.
->>Quién eres?, le preguntó.
-Je suis votre petit Jean.
-Mais, quel Jean?
((**It16.72**)) -Votre
Jean, Jean Courtois. >>No se acuerda cuando me
llevaron enfermo a la estación de Cannes?
-íAh sí! Ahora recuerdo.
Comparecieron a continuación el padre y la
madre, que habían ido a saludarlo y lloraban de
alegría.
Un año estaba él en Niza, cuando los padres de
este niño le habían escrito varias veces
pidiéndole que fuese a Cannes para visitarlo
porque hacía mucho tiempo que guardaba cama sin
poder dar un paso. Pero entonces don Bosco
contestó que no podía parar en Cannes. Ellos no se
dieron por vencidos. Se informaron del día y la
hora en que pasaría, alquilaron cuatro hombres e
hicieron llevar al muchacho en su camita a la
estación. Porfiaron con el jefe de estación, que
no quería dejarlos entrar; mas, al fin, pasaron
con la cama y la colocaron a un metro de la vía.
Apenas llegó el tren, corrieron de un vagón a otro
preguntando:
->>Está aquí don Bosco? >>Está aquí don Bosco?
El Siervo de Dios, que no sabía nada y estaba
recogido en un rincón, al oír que le llamaban,
dijo asomándose a la ventanilla.
-íSí, aquí estoy!(**Es16.69**))
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