((**Es16.67**)cantidad
proporcionada de limosnas. Después de todo la
misión de la Patagonia tenía los mismos derechos a
la caridad evangélica que las demás misiones. El
Consejo en pleno aprobó el razonamiento de don
Bosco y decidió tomar la cuestión en
consideración.
((**It16.69**)) En otra
asamblea lionesa tuvo don Bosco la palabra. En sus
entrevistas con el venerando monseñor Desgrands,
presidente de la Sociedad Geográfica, no salía
éste de su asombro al oírle razonar con tanto
aplomo y tantos detalles sobre la Patagonia; por
lo cual, le propuso que repitiera lo mismo ante
los miembros de la Sociedad en una próxima sesión.
Don Bosco, a pesar de la dificultad que
experimentaba para exponer todo aquello en
francés, aceptó y se fijó el sábado catorce de
abril para la conferencia.
El nombre del <> 1 y la
curiosidad por oír lo que diría acerca de una
región, rodeada todavía de misterio 2, atrajeron a
muchos socios y estudiosos. No fue una
conferencia, dijo la prensa, sino una charla o
conversación, original, amena, ocurrente e
instructiva; su porte serio, fino y alegre a la
vez, comunicaron a la sesión una simpática
impresión. Tenían todos delante el mapa de la
Patagonia, y don Bosco describía detalladamente
fauna, flora, geología, minas, lagos, ríos y
habitantes, con gran sorpresa de los oyentes que,
ora bajaban los ojos al mapa, ora los levantaban
para mirarle estupefactos.
Cuando hubo terminado su exposición, le
preguntaron de dónde había sacado tantas
interesantes noticias y él se limitó a decir que
todo lo que había dicho era pura verdad.
Creemos que la Sociedad quiso comprobar las
afirmaciones de don Bosco, porque aguardó hasta el
año 1886, como veremos, para manifestar su
convencimiento de que no había fantaseado y la
manifestación consistió en concederle y acuñar
expresamente para él una medalla de oro con motivo
de sus méritos ante la Sociedad Geográfica, como
en su lugar narraremos.
Nos quedan pocas e incompletas noticias sobre
encuentros privados. Visitó a una noble familia en
la que la señora, cuando él estaba a punto de
despedirse, le rogó bendijera a su sirvienta,
((**It16.70**)) joven
de dieciocho años, a la que había sacado de un
orfanato.
-íLo necesita la pobrecita!, exclamó el ama; es
huérfana.
-Rezaré por su desgraciada madre, dijo, por el
contrario, don Bosco después de bendecirla.
1 Echo de FourviŠre, 5 de mayo de 1883.
2 Eclair, 21 de abril de 1883.(**Es16.67**))
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