((**Es16.66**)
Se recogieron ochocientos cincuenta francos en
la colecta y se entregaron a la administración.
Preguntado, no hace mucho, al actual canónigo
Boisard sobre la impresión que dejó en él don
Bosco, respondió:
-Dos impresiones: una de bondad y sencillez y,
la otra, de calma inalterable, ya que nunca daba
muestras de tener prisa. Durante el mes que estuve
en Turín siempre tuve ante mis ojos el espectáculo
de un hombre lleno de calma, que hace todo
despacio y como si ignorase la existencia de otros
fuera del que hablaba con él.
Lo que más le detenía en Lyon era el deseo de
poder defender de nuevo la causa de sus misiones
ante el Consejo General de las dos conocidas obras
de la Propagación de la fe y de la Santa Infancia.
((**It16.68**)) Cuando
obtuvo la audiencia, demostró a los señores del
Consejo la urgente necesidad de proporcionar
medios para hacer progresar con vigor y presteza
las misiones patagónicas. Si la pía obra no le
socorría, se encontraría en un gran apuro y, para
no abandonar aquel campo evangélico, tendría que
recurrir a algún remedio extremo.
Porque tenía firme voluntad de ir adelante a
toda costa. Que ya había pensado fundar centros en
Francia, para recoger limosnas con este fin; pero
que todavía no se había decidido a hacerlo porque
sería crear un dualismo, que le resultaba muy
desagradable. >>Cómo no ver, en efecto, la
conveniencia y utilidad de un único centro para
todas las Misiones extranjeras, al cual afluyesen
las limosnas para la propagación de la fe? La obra
de Lyon era demasiado venerable y benéfica para
hacerle contrapeso, apartando quizás de ella una
parte de las aportaciones. Sin embargo, si la obra
misma no se apresuraba a socorrerle, >>qué remedio
le quedaba sino crear comisiones en Francia, en
Italia y en otras partes para obtener socorros?
Estaban de por medio su propio honor como jefe
supremo de una Congregación religiosa, el honor
del Sumo Pontífice, que había querido confiarle
aquellas misiones y, sobre todo, la salvación de
las almas, que por entonces no podrían recibir
socorros de otros. Pero que no era su intención
precipitar las conclusiones; él maduraría las
cosas, esperaría todavía algún tiempo.
Si se viese obligado a tomar aquella
determinación extrema, ciertamente no notificaría
al público si la Obra lo había ayudado o no;
pero tendría que anunciar al mundo entero que no
poseía más medios que los propios para ir
adelante, y que éstos eran escasos e insuficientes
y ya agotados por tantas obras diversas.
Que pensara en consecuencia, el Consejo de Lyon
qué convenía hacer y buscara la manera de destinar
también a sus misiones una(**Es16.66**))
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