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por dondequiera que fuese. No podía entrar o salir
en ninguna parte, sin que hubiera que abrirle paso
a viva fuerza a través de la muchedumbre apiñada a
su alrededor; y no todos se contentaban con
((**It16.63**)) verle,
sino que muchos intentaban llegar hasta él para
tocarlo y hablarle.
Pero no se le autorizó para hablar en las
iglesias públicas de la ciudad. El cardenal
Caverot dio excesiva importancia a una carta de
monseñor Gastaldi el cual, al enterarse del viaje
de don Bosco a Francia y de su finalidad, le
escribió en plan de indisponerlo contra el Siervo
de Dios. Por el contrario, el Cardenal de París,
el eminentísimo Guibert, que también recibió una
comunicación del mismo género, no tuvo tantos
escrúpulos; le puso incluso en conocimiento de la
carta, mostrándole su indignación y le facilitó la
manera de dar conferencias en una de las iglesias
más importantes de París 1.
También esta vez monseñor Guiol, hermano del
párroco de San José en Marsella y Rector de la
Universidad Católica, le brindó hospitalario
hospedaje. A él acudían distinguidos personajes,
rogándole les obtuviera la gracia de que don Bosco
aceptase su invitación a comer, al tiempo que
otros muchos agotaban la paciencia de don Camilo
de Barruel, para que les concediese audiencia
particular.
En una meseta de la ciudad de Lyon se levanta
el popularísimo santuario de Nuestra Señora de la
FourviŠre. En él habló don Bosco a los fieles el
domingo, día ocho de abril, por la tarde. La
iglesia y la plaza estaban abarrotadas de gente.
Le esperaba en el presbiterio, entre otros, el
padre benedictino dom Pothier, célebre estudioso
del canto gregoriano, y Superior General de los
clérigos regulares de San Sulpicio. Cerca del
umbral de la iglesia bendijo a una pobre mendiga
paralítica que causaba lástima. El efecto de la
bendición no se produjo allí mismo, sino en su
mísero tabuco; se supo, en efecto, a través de las
Hermanas de la Caridad que había dejado las
muletas y recobrado el uso de las piernas y los
brazos 2. Después de la función, don Bosco tuvo
que asomarse a la ventana de la casa Rectoral y
dar, desde allí, la bendición para lograr que la
muchedumbre comenzase a despejar la plaza.
((**It16.64**)) En la
misma zona de FourviŠre, visitó el día quince de
abril por la mañana, fiesta del Patrocinio de san
José, a las religiosas del Cenáculo, cuyo fin es
proporcionar a las señoras toda suerte de
facilidades para hacer tandas de ejercicios
espirituales. Llegó allí a eso de
1 Summarium de la Positio super virtulibus,
núm. II, && 235-6.
2 Carta de don Camilo de Barruel al conde
Colle, Moulins, 17 de abril de 1883.(**Es16.62**))
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