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En la larga audiencia que el Padre Santo quiso
concederme, tuve ocasión de hablar de usted, de su
esposa y de todas las obras buenas que hacen y nos
ayudan a hacer.
Ha sentido que su salud no sea la que desearía
y recomienda que se rece mucho en la iglesia del
Sagrado Corazón y especialmente en la novena y en
la fiesta de María Auxiliadora.
Yo le he recomendado que pida por usted en la
santa misa para que el Señor le conceda mucha
salud y por mucho tiempo. El me lo prometió y me
encargó le diera de su parte una bendición
especial con indulgencia plenaria.
Tenga paciencia con mi escritura.
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Estoy en nuestro colegio de Valsálice, que se
vio honrado con su presencia y que nos da ocasión
para hablar con frecuencia de ustedes, querido
señor Conde y respetable señora Condesa. Por si su
salud le permitiere venir a celebrar con nosotros
las fiestas de San Luis y de San Juan, ya están
preparadas la habitación y la mesa para usted y su
señora.
Creo que su estancia aquí les resultará muy
agradable, pues no les molestará el calor. Toda la
casa está a su disposición. Pero, ante todo, hemos
de mirar por su salud, cuya verdadera situación
ignoro.
Mucho deseo pasar algún tiempo en su compañía
para hablar un poco de nuestros asuntos de Roma,
de San Benigno, de nuestros misioneros; pero todo
esto requiere buena salud por su parte y la de la
señora Condesa.
Todos los Salesianos hacen oraciones por su
salud y tenemos plena confianza de que seremos
escuchados.
Las noticias de nuestros misioneros han sido
malas, especialmente para monseñor Cagliero que,
en el viaje de Patagonia a Chile, se ha caído del
caballo y ha quedado como muerto en la soledad de
la Cordillera. Por ahora, salvó la vida y, después
de un mes cuajado de peligros, finalmente han
llegado todos vivos a la ciudad de Concepción y
han comenzado los trabajos para convertir a los
salvajes.
Nuestros misioneros escriben frecuentemente,
encomendándose siempre a sus caritativas
oraciones; por su parte, todos aseguran que no
dejan pasar un día sin ((**It16.721**))
encomendar su salud y la de su señora a las
oraciones de los salvajes, sobre todo a los que
recibieron el nombre de ustedes en el bautizo.
Que Dios bendiga a ambos y que la Santísima
Virgen sea su guía en todos los peligros hasta el
Paraíso.
Don Miguel Rúa y todos los Salesianos les
presentan sus cariñosos saludos. Toda la vida sera
su afectuosísimo hijo,
Turín Valsálice (14 de junio de 1887).
JUAN BOSCO, Pbro.
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Nosotros haremos la novena a la Santísima
Virgen no sólo una vez, sino, como usted desea,
hasta conseguir que Dios nos escuche, como dice el
cura párroco de San Luis 1. Dios lo haga. Toda la
Casa reza con usted.
1 Parroquia de Tolón.
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