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sagrados. El almacén que era muy espacioso, estaba
atestado de gente, que se apretaba ((**It16.58**)) a las
paredes para dejarle paso y recibir su bendición
1. Pero, en aquella invasión de gente, reinaba una
tranquilidad recoleta y silenciosa, indicio de una
veneración, de la que sólo don Bosco no se daba
por enterado. El señor Bent le seguía por todas
partes para protegerlo, pues le veía algo
fatigado, por lo cual el santo le llamaba su ángel
custodio, lo mismo que llamaba su monaguillo,
enfant de choeur, a su hijo, porque le ayudaba la
misa. Pero, no obstante estas precauciones, le
destrozaron toda la sotana para hacer reliquias.
Al darse cuenta de aquella labor clandestina, dijo
bondadosamente y sin malicia:
-Me cortan la sotana; ísi al menos fuese para
darme otra nueva!
En efecto, su huésped mandó al hijo Guillermo
que le proporcionara una nueva, que estuvo
preparada poco antes de la hora de partir.
A la mañana siguiente, celebró la misa en las
damas del Sagrado Corazón, una de las cuales era
hermana de su secretario. Acabada la misa, se vio
literalmente asediado por señoras, cada una de las
cuales quería una bendición individual y una
palabrita particular. Cediendo, después, a las
insistencias del Arcipreste, aceptó hablar a las
cuatro de la tarde en la iglesia mayor de San
Agrícola, donde el Papa Gregorio XI instituyó el
culto público y litúrgico de san José, el año
1371.
La amplísima iglesia se llenó de fieles, <>,
observaba un diario 2. Otro diario publicaba una
correspondencia 3 de Aviñón, en la que se leía:
<((**It16.59**)) que
atendía y bendecía a todos, pobres, pequeños y
enfermos, como lo hubiera hecho un Francisco de
Sales, un Vicente de Paúl, un venerable cura de
Ars>>.
Y decía el mismo diario sobre la conferencia:
<>.
2 Gazette du Midi, 5 de abril de 1883.
3 Semaine religieuse de Niza, 22 de abril de
1883.(**Es16.58**))
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