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Muy querido señor Conde:
Estoy en Roma. El viaje ha sido bueno y,
gracias a Dios, mi salud ha mejorado.
He examinado atentamente el estado de las
obras, de la iglesia y del hospicio del Sagrado
Corazón de Jesús; pero los cimientos de éste
presentan gravísimas dificultades por haber tenido
que ahondar mucho y, por tanto, aún se ha de
trabajar mucho para acarrear la enorme cantidad de
piedra preparada para ello.
Ahora bien, puesto que usted ha expresado el
deseo de venir a Roma para la bendición de la
piedra angular y sólo por pocos dias, me parece
mejor, para su salud y la de la señora Condesa,
que se aplace el viaje para más tarde.
Mientras tanto, deseamos tenerle con nosotros
por algún tiempo. Y para darnos esta satisfacción,
puede elegir la fiesta de María Auxiliadora; pero,
aquel día, hay demasiada afluencia de gente para
poder entretenernos con comodidad, aunque escasa.
Supongo que don Miguel Rúa le habrá dado una
idea de ello.
>>No podría elegir la fiesta de San Juan? >>El
veintidós de junio iríamos a celebrar la fiesta de
San Luis en Matthi; el veinticuatro con don Bosco
y acto seguido a San Benigno donde usted y la
señora Condesa son esperados con impaciencia?
Si alguno de estos proyectos le va bien,
dígamelo y yo me consideraré feliz, poniéndome
bajo la obediencia de aquél a quien, ante Dios,
aprecio con afecto filial.
Don Miguel Rúa ha recibido instrucciones acerca
de nuestros asuntos particulares. El estará a sus
órdenes en todos los momentos que le plazca.
Espero, a mi regreso, llevarle la estampa de la
que hemos hablado.
Dios le bendiga, mi querido y caritativo amigo,
y, con usted, a la señora Condesa, su digna
esposa, y la Santísima Virgen nos proteja siempre
y nos ayude a superar todos los peligros de la
vida y a descansar eternamente con Jesús y María
en la inmensa felicidad del paraíso. Así sea. Con
la mayor gratitud y afecto filial le seré en todo
Roma, 16 de abril del 84.
Calle Porta S. Lorenzo, 42.
Agradecido amigo y servidor,
JUAN BOSCO, Pbro.
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Mi querido y caritativo amigo:
Su cariñosa carta me ha encontrado normalmente
y todo ha resultado muy bien. Don Miguel Rúa
bendice conmigo a Dios y a ustedes que nos ayudan
tan eficazmente a propagar la gloria de Dios.
Don Miguel Rúa envió con la mayor prontitud
todo lo necesario para poner en marcha los
trabajos y ya camina todo bien.
Antes de salir de Roma, espero decirle las
cosas que, al presente, sólo han comenzado.
Mi salud va mejorando lentamente, pero mejora.
En Turín nos hablaremos con más sosiego.
(**Es16.574**))
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