((**Es16.557**)mi
actuación. He estado como asediado por los asuntos
que han agotado todo el tiempo de que dispongo.
Pero, a pesar de mi tardanza en escribir, he
tenido todas las mañanas un particular recuerdo
por V. S., por el señor Colle y por el que les
dejó para ir al Paraíso. Muchas veces he pedido a
Dios que nos dé a conocer algo. Una sola vez tuve
la satisfacción de verle y oír su voz. El día
veintiuno del pasado junio, durante la misa, poco
antes de la consagración, lo vi con su rostro
sonrosado en toda su belleza y una tez
resplandeciente como el sol. Inmediatamente le
pregunté si tenía algo que decirnos y me respondió
simplemente:
-San Luis me ha protegido y me ha colmado de
beneficios.
Entonces repliqué:
->>Hay algo que hacer?
Y, repitiendo la misma respuesta, desapareció.
Desde entonces hasta ahora no he visto ni oído
nada más.
Si Dios, en su infinita misericordia, se
dignase manifestarme algo más, yo se lo
comunicaría inmediatamente.
Ahora le ruego tenga a bien darme noticias de
su salud, que espero haya mejorado notablemente.
Nuestros muchachos y yo rezamos para obtener del
Señor esta gracia, que pido todos los días.
El señor Colle, en su gran bondad, ha tenido a
bien decirme que ponía su bolsa a mi disposición.
Hasta ahora he podido tirar adelante, pero, a
medida que avanzan los meses, preveo que me veré
obligado a llamar a las puertas de su caridad.
Pero esto será solamente en caso de necesidad y
dentro de los límites de lo posible.
Dios la bendiga, caritativa señora Colle, Dios
la conserve en buena salud y santidad, y tenga la
bondad de rogar por mí, que seré siempre en J. C.
Turín, 3 de julio de 1881.
Su seguro servidor,
JUAN BOSCO, Pbro.
5
Mi querido y venerado Caballero:
Resulta un caso de risa, que usted, en su gran
bondad haya querido agradecer un poco de Vermut.
Me alegro de que una insignificancia como ésa, le
haya proporcionado un momento de satisfacción.
((**It16.675**)) Pero
lo más importante ha sido, su carta anterior. Me
da usted la preciosa noticia de que me regalará
veinte mil francos para la iglesia del Sagrado
Corazón de Jesús en Roma. Esto es acudir
verdaderamente en ayuda de la santa religión
católica y de su expoliado Pontífice. Dios le dará
aquí el céntuplo ahora y más aún a su tiempo en la
otra vida; entre tanto, el Sumo Pontífice y todos
los buenos cristianos y las personas de bien
bendecirán su caridad.
Su carta me ha producido verdadera sorpresa por
su elegante y cuantiosa forma. Sin duda que usted
la escribió a vuela pluma, pero ella será siempre
un modelo y una regla perfecta para la redacción
de cartas. La he leído y releído y me ha parecido
que hacía algo digno de usted, y de la ciudad de
Tolón, enviándosela al Padre Santo, que verá cómo
los abogados saben unir oportunamente ciencia y
piedad. Bendito sea Dios en todo. Pongo aquí unas
palabras para la señora Colle y le ruego tenga a
bien entregárselas.
(**Es16.557**))
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